Kosovo, en busca de la normalidad

AutorJosé Comas

El joven macedonio albanés que tuvo sus más y sus menos con la justicia y una experiencia penitenciaria en Austria por un par de kilos de heroína no se siente a gusto en el Kosovo de hoy, tres años después del fin de la guerra y de la entrada de las tropas de la Fuerza Internacional de Paz (KFOR). Ese joven se lamenta de que casi en cada pueblo, policías albano-kosovares, provistos de radares, controlan el exceso de velocidad: "No hay escapatoria. Te retienen los documentos y tienes que ir a pagar al Ayuntamiento del pueblo. Sólo con el recibo de haber liquidado la multa te devuelven los papeles y puedes seguir tu viaje. Esto no es lo que era. Esto parece Alemania".

Tres años después del final de los bombardeos, Kosovo ofrece una imagen de cierta normalidad. Los coches ya no circulan sin identificación. Todos llevan las nuevas matrículas establecidas por la Misión de las Naciones Unidas en Kosovo (Unmik). Apenas se ven casas destruidas por las bombas o los incendios.

La capital, Prístina, a pesar de su horror estructural insuperable de poblacho desmesurado, da sensación de auge económico: nuevas construcciones hacen difícil encontrar ruinas y proliferan cafés de internet, agencias de viaje, restaurantes y supermercados, que parecen recién trasplantados de Europa Occidental.

La presencia de los allí llamados internacionales -40 mil soldados de KFOR procedentes de 38 países más casi 10 mil funcionarios de la ONU y otros miles que trabajan en ONGs de toda laya- ha creado un mercado de consumidores con sueldos altos y un efecto multiplicador sobre la economía. Cuando desaparezcan los internacionales, que suponen un 5 por ciento de los dos millones de habitantes, la economía sufrirá un tremendo impacto, pero la presencia de la comunidad internacional va para largo y, mientras tanto, el dinero corre.

La proliferación de organizaciones internacionales ha creado una economía dual con dos clases de asalariados, según vendan su fuerza de trabajo a la Administración de Kosovo o a la Unmik y similares. El rector de la Universidad de Kosovo, el sueldo más alto en el área de educación, gana 300 euros al mes. Una mujer de la limpieza que trabaje para la ONU puede llegar a los 700 euros. Un catedrático de Filología Inglesa comenta entre cínico y resignado: "Mi sueldo mensual es de 155 euros al mes, y ahora hasta me quitan 10 de impuestos. Algunas de mis alumnas ganan mil euros como intérpretes".

La Unmik tiene plenos poderes sobre Kosovo, pero se encuentra...

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