Juventud y democracia

AutorJorge Antonio Alfaro
Páginas50-51

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Sorprendió a muchos críticos que una generación, a la que se consideraba políticamente poco activa hasta ahora, de pronto se manifestara en un movimiento independiente de partidos e instituciones de gobierno para cuestionar a una de las principales televisoras, a un candidato poderoso y que fomentara el voto razonado por parte de la ciudadanía en general. Cabe preguntarse ¿estamos frente a un cambio generacional que propone formas diferentes de conducir la política, la economía y las relaciones sociales? O tan solo es un despliegue de energía, tan potente pero desaprovechada como la que se desprende de los rayos durante una tormenta eléctrica.

El filósofo español Fernando Savater, comenta en su libro El valor de educar (1997) que hay un eclipse del rol de la familia como generadora de la socialización primaria del niño. En la familia, el deseo de ser amado y el temor a no serlo, es un vehículo a través del cual los padres desarrollan diversas estrategias para inculcar los primeros elementos de civilidad en los niños. El hecho biológico de nacer humano, no garantiza que el individuo se convierta en humano en el sentido social y filosófico de la palabra. Para ello, se requiere una educación civilizadora que oriente a la persona a saber vivir en sociedad, reconociendo sus propios derechos y obligaciones, pero también respetando y exigiendo los de otros.

De acuerdo con Savater, uno de los principales problemas por los que las escuelas, tanto en España como en otras partes del mundo, enfrentan una crisis es porque los padres cumplen cada vez menos o con menor éxito esa labor civilizadora. Aunque hay razones sociológicas y económicas, padres trabajadores, familias uniparentales, etc., Savater resalta un aspecto de orden moral: la exaltación de la juventud y lo joven como figuras tan admirables y deseables que no dejan espacio para valorar la vejez y lo que en términos de prudencia, templanza y moderación implica. En otras palabras, para los adultos es difícil aprender a serlo cuando no hay nada valioso en ello y por tanto renuncian a su papel rector sobre quienes les siguen en edad. Padres que se asumen como amigos de sus hijos, que prefieren la complacencia o la complicidad, son padres que no se apoderan su papel y dejan una labor educativa y más compleja, en manos de los profesores.

Sin embargo, así como la reflexión de Savater sobre la educación en España puede tomarse como guía en México, también hay una teoría que surgió como una...

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