Justicia secuestrada

AutorJavier Sicilia

La noche del 10 de abril de 1934, durante la consolidación del nazismo y las purgas estalinistas, un crimen simbólico sucedió en la catedral de San Bavón, en Gante: Los jueces íntegros, el panel del extremo inferior izquierdo de los 24 que conforman el políptico de El cordero místico, pintado por los hermanos Van Eyck entre 1425 y 1429, había sido sustraído de la capilla Vidj. El 25 de noviembre de ese mismo año, después de una infructuosa negociación de 11 cartas entre el obispo y el ladrón, Arséne Goedertier, corredor de bolsa y sacristán, moría. En su lecho de muerte reveló que él era el único en saber dónde se encontraba el panel y que se llevaría el secreto a la tumba. Desde entonces, Los jueces íntegros que pueden verse en la capilla Vidj son una espléndida copia del pintor Jef Vanderveken.

¿Por qué Goedertier sustrajo Los jueces íntegros y no el panel de Los peregrinos, que se encuentra en la parte inferior del extremo derecho, o el de Adán o el de Eua, que se encuentran en los extremos superiores?

En 1956, en La caída, Albert Camus retoma la anécdota y su explicación nos concierne de manera profunda a los mexicanos: En Ámsterdam, en un bar llamado México City, cuyo dueño es "un estimable gorila" cuyo oficio es recibir a marinos de todas las nacionalidades: una especie de "cromañón en la torre de Babel", Jean-Baptiste Clamence, el Juez-Penitente, narrador de la novela, muestra a su escucha un rectángulo vacío donde, dice, había "una verdadera obra maestra".

Al final de la novela, Clamence le muestra el panel de Los jueces íntegros colgado en la pared de su casa: "Un parroquiano del México City -le dice- se lo vendió al gorila una noche de borrachera. Al principio le aconsejé [...] que lo colgara [...] y por mucho tiempo, mientras eran buscados por todo el mundo, nuestros devotos jueces reinaron en México City sobre borrachos y rufianes. Después, el gorila, a petición mía, me lo dejó en depósito [...] ¿Qué por qué no restituí el panel? Pues bien [...] porque estos jueces iban al encuentro del cordero y ya no hay ni cordero ni inocencia, el hábil pirata que robó el panel era un instrumento de la desconocida justicia, que no conviene contrariar. En fin, porque de esa forma estamos dentro del orden. La justicia queda definitivamente separada de la inocencia, que está en la cruz [...]".

Cuarenta y tres años después, el sentido simbólico del robo y la explicación de Camus que -por esas premoniciones que encierra toda gran obra- sitúa el...

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