Julio Scherer y el Proceso de la libertad

AutorJorge Sánchez Cordero

Como abogado pude compartir con él las decisiones fundamentales de su vida. Fue todo un privilegio. Como una secuela de las discusiones que teníamos, pude visualizar mejor sus ideales y sus convicciones. Es la hora de repensarlos.

El periodismo, me comentaba don Julio, es una práctica discursiva fáctica, más que comentarios literarios, filosóficos o políticos. El periodista debe diseccionar los eslóganes y abstracciones y negarse en todo momento a anteponer cualquiera de sus consideraciones morales, que le pudieran inhibir a divulgar la verdad o retenerla indebidamente.

El país requiere de periodistas contestatarios, críticos e independientes del Estado. Al discurso contestatario se le considera como una característica normativa del periodismo en una democracia, necesaria para el ejercicio del escrutinio público de las élites políticas y económicas. La extensión de la función informativa del periodismo es el escrutinio crítico y el examen metódico del ejercicio del poder. El cuestiona-miento severo, la crítica sin ambages sobre falsedades y sobre errores, son los atributos esenciales del periodismo en una democracia. La defensa de la libertad de expresión en toda sociedad requiere de un periodismo libre e independiente. Don Julio practicó plenamente este periodismo.

Scherer imaginó este semanario como un espacio de reflexión inteligible y apropiada en una democracia popular. Su ejercicio contribuye al buen gobierno sólo y sólo si la sociedad está debidamente informada. Una sociedad puede discernir racionalmente entre la verdad y la falsedad si se le provee de información objetiva de los hechos. Por ello uno de los mayores desafíos de nuestra incipiente democracia es la creación de un sistema de medios independiente, con la expresión de un periodismo crítico y democrático, que es fundamental para el ejercicio de las libertades públicas en nuestra sociedad.

El periodismo en la perspectiva de don Julio se convierte en un mediador entre los ciudadanos y la élite política para asegurar así que la voz de aquellos sea escuchada cotidianamente. Esta era la profesión de fe de don Julio: una adhesión irrestricta a la verdad y a la objetividad. La búsqueda de la verdad no era una idea novedosa; sí lo era el empleo del método de la objetividad para acceder a ella. Proceso debía abandonar los juicios de valor para convertirse en un espejo de la diversidad de nuestra realidad.

Pero Proceso no debía agotarse en la veneración de los hechos vinculada...

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