Julia Carabias / Municipios y medio ambiente

AutorJulia Carabias

La creciente complejidad de la agenda ambiental y su estrecha vinculación con los asuntos sociales, económicos y políticos obliga a que la gestión de las políticas públicas ambientales deba ser cada vez más incluyente de los distintos órdenes de gobierno y de la sociedad.

Dentro de las modificaciones más importantes realizadas en la reforma de 1996 a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente están, precisamente, la distribución de competencias entre órdenes de gobierno y la creación de nuevos espacios de participación social. A pesar de esta reforma, la descentralización en materia ambiental no ha avanzado lo suficiente en el país y, cuando ha sucedido, comúnmente la transferencia de facultades y atribuciones ocurre de la Federación a los estados sin llegar a involucrar a los municipios. La falta de reglas claras y mecanismos eficaces genera vacíos de poder regionales y discrecionalidad de la intervención local.

Muchos de los recursos naturales, que por sus características intrínsecas rebasan los límites estatales o por su carácter estratégico para la nación, deben ser regulados y gestionados desde el ámbito federal, sin embargo, muchos otros, pueden gestionarse mediante mecanismos innovadores de cooperación y concurrencia entre los distintos órdenes de gobierno. Éste es el caso de la gestión de territorio, en la cual, sin el involucramiento de los actores locales, no es posible compatibilizar los múltiples intereses que se confrontan en el uso y ocupación del espacio natural.

Un extraordinario ejemplo exitoso de gestión territorial lo constituye la Iniciativa Intermunicipal para la Gestión Integral de la Cuenca del Río Ayuquila (IIGICRA). Se trata de la cuenca del río Ayuquila- Armería, localizada entre los estados de Jalisco y Colima. En ella se encuentran cinco áreas naturales protegidas -la más importante es la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán- y tres presas hidráulicas. La contaminación en la parte media de la cuenca, durante los últimos 20 años, ha sido muy severa debido a las descargas de aguas residuales de la industria azucarera y de los asentamientos humanos, principalmente del Grullo y Autlán. Año con año, durante la zafra, se descargaban aguas residuales del ingenio que provocaban la mortalidad masiva de la fauna acuática y daños a la población que habita en la parte baja de la cuenca.

La creación de la IIGICRA fue un largo proceso paulatino de más de dos décadas, que inició con el trabajo...

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