El juicio de las víctimas

AutorJavier Sicilia

En su ensayo "El día del juicio", dedicado a la fotografía, Giorgio Agam-ben describe lo que se considera la primera fotografía en donde aparece una figura humana, el daguerrotipo del boulevard du Temple, que Louis Da-guerre fotografió desde la ventana de su estudio en 1839: sobre la acera, junto a la calle desierta, se ve la pequeña figura de un hombre que se lustra las botas.

Esta imagen hace pensar a Agam-ben en el Juicio Universal, el que según la tradición bíblica se llevará a cabo al final de los tiempos. En ella, la muchedumbre humana y anónima no se ve "porque -dice Agamben- el juicio concierne a una sola persona, a una sola vida: esa, precisamente y no otra". En esa persona que, rescatada del anonimato de la muchedumbre, quedó fija en el tiempo por un daguerrotipo, está el peso de una vida entera que, aunque imprecisa en su pequeñez, exige también, como toda fotografía donde aparece un rostro, su nombre -el nombre que en la tradición bíblica es su identidad y su destino- y su presencia rescatada para la vida.

En México -en el que desde hace 12 años vivimos no el final de los tiempos en el que el Juicio Universal sucederá, pero sí, por su violencia y su crueldad, un tiempo del fin-, las víctimas de la violencia aparecen siempre con las fotografías de aquellos que fueron asesinados o están desaparecidos. Donde quiera que irrumpan, lo que enarbolan en esos rectángulos es el rostro del hijo, de la hija, del hermano, de la hermana, del padre, de la madre, del amigo o de la amiga, en el instante en el que una cámara capturó su cotidianidad antes de que el crimen las destruyera y el Estado las olvidara.

Sus presencias, fijadas en un papel o en una camiseta, son, en sus individualidades destruidas, un grito mudo, una mirada que nos observa, nos acusa de su olvido y nos llama a recordarlas y devolverles su nombre. Tal vez por ello, durante el segundo diálogo con Felipe Calderón en el Alcázar del Castillo de Chapulte-pec en 2011 y cuando Enrique Peña Nieto entregó la Ley General de Víctimas en 2013 en Los Pinos, Gobernación no quería que las víctimas entraran con sus fotografías en los recintos del poder. Tal vez por ello, por la infinita vergüenza que genera su juicio, el propio Calderón y los arquitectos que diseñaron y construyeron el Memorial a las Víctimas de la Violencia (Gaeta, Sprinall y López) se negaron a que aparecieran en él los nombres de los asesinados. Esas imágenes -que el 8 de mayo, durante la reunión que tendrán con los...

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