Juan Villoro / Un gato para todos

AutorJuan Villoro

Este domingo México puede dar un paso importante en el ámbito de la zoología política. Según sondeos, es posible que el Gato Morris obtenga hasta el 20 por ciento de los votos en la elección para Alcalde de Xalapa, en el estado de Veracruz, bastión indiscutible del PRI.

La crisis de expectativas electorales llevó a Diego Cruz y Sergio Chamorro a la oportuna idea de postular a un gato de pelo blanquinegro y ojos color naranja bajo el lema de: "¿Cansado de votar por ratas? ¡Vota por un gato!".

Morris se ha convertido en celebridad mediática, opacando a otras mascotas que también buscan alcaldías simbólicas en los 14 estados que celebran elecciones el 7 de julio. El bestiario incluye al burro Chon, candidato en Ciudad Juárez, la gallina Tina en Tepic, la gata Maya en Puebla y el perro Titán en Oaxaca.

En Veracruz la elección parece resuelta antes de suceder. La falta de alternativas en el estado con más periodistas asesinados hace que el gato contraste favorablemente con sus contendientes. En su calidad de político irreal, demuestra que nunca será como ellos. El caso recuerda a los votantes de Sao Paulo, que en 1958 lograron que el rinoceronte Cacareco ganara una elección como Diputado, o a las generaciones de mexicanos que votaron por Cantinflas para señalar la pobreza de la oferta electoral.

Entre los mejores golpes de humor de la morrismanía se cuenta un video en YouTube en el que Hitler, encarnado por Bruno Ganz, se entera de la irritante existencia de un candi-gato.

El virus Morris ha llevado a buscar antídotos públicos. Carolina Viveros, presidenta del Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano, reconoció la importancia del fenómeno, pero llamó a no desperdiciar el voto apoyando a una mascota. La Constitución exige que el candidato sea mayor de edad, carezca de antecedentes penales, tenga domicilio en la localidad y sepa leer y escribir. En su condición de figura utópica, Morris no tiene por qué cumplir estos requisitos; sin embargo, enlistarlos provoca una duda: ¿hace cuánto que un político no demuestra que sabe leer y escribir? No me refiero a que esté alfabetizado, sino a que use el lenguaje en función de la claridad. Cualquier gato es más sincero y expresivo que un profesional de la tenebra, elocuente nombre del quehacer político nacional.

En "Cómo Leer en Bicicleta", Gabriel Zaid encomió la función social de los correctores de estilo, más útiles que la mayoría de los funcionarios públicos. De ahí la importancia de Morris...

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