Juan Rulfo se niega a cantar el Himno

AutorFabrizio Mejía Madrid

La historia de la Unidad Nacional comienza en el siglo XIX mexicano y es algo que se asimila a la "Unidad Familiar" -aquella que celebra a Pedro Páramo aunque no se aparezca ni en su cumpleaños- y, más tarde, a "la empresa", como depositaría del valor del esfuerzo y la resignación a los resultados. No es, como dijo esta semana el actual rector de la UNAM, "ni de derecha ni de izquierda" -le faltó el echeverris-mo que usted conoce- sino, siguiendo a Carlos Monsiváis, "la imitación y el contagio, las reglas del juego de la convivencia forzada y la reproducción fiel (sin exagerar) de las costumbres de los amos". En efecto, si algo encubren los llamados a la Unidad es que no se trata de un "sentimiento" sino de una narrativa de dominación. ¿Qué se defiende cuando se llama a la Unidad Nacional "sin importar las diferencias"? Primero la idea de que la diferencia es "división" y, lo que sigue de ello: sólo adaptándose a la "mexicanidad" se puede ser incluido. Lo nacional: mezcla del mole poblano con la política como fracaso sexenal; de la artesanía de Frida Kahlo con el intercambio de la corrupción y la represión por la "estabilidad" y la "paz social"; de la Selección de Fútbol al apego a la bandera y a una idea utópica de la Constitución -sólo se aceptan partes, como de la Historia Oficial- con una memoria común que no alcanza ni a llegar a la oscura esquina en la que te espera tu asaltante.

El invento de la Unidad Nacional sostiene una ficción útil para la clase dominante del siglo XX: somos la cruza de un europeo y un indio cuya progenie mestiza se despliega como una alfombra tricolor desde el nopal, el águila y la serpiente en el Zócalo del Defe. Afuera quedan las comunidades indígenas vivas, el norte, el sur, las penínsulas, los pobres, los marginados del orgullo costumbrista, las malas costumbres, las malas memorias. Somos lo opuesto a lo "norteamericano", que tampoco existe, a menos que uno quiera torturar las semejanzas entre Woody Alien y Donald Trump. Pero, es cierto: la Unidad Nacional se forjó contra la memoria de la pérdida de los territorios del norte y las "ideologías extranjerizantes", es decir, la modernidad como antieclesiástica y el "comunismo internacional". ¿En torno a qué sentirse protegidos? En torno al presidente en turno. De ese desaparecido, cuyo expediente judicial se perdió en una oficina contra la corrupción.

Lo "mexicano" como costumbres de la fidelidad obligatoria entraña un ejercicio de obediencia. En todos sus...

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