Joyce DiDonato, lúdica, grata y señorial

AutorRaúl Díaz

Integrado por obras y compositores bien distintos entre sí, el programa efectuado la noche última del mes de abril fue una muestra de amplio espectro que permitió a la diva ir de un género a otro, de una a otra época, de uno a otro estilo y hasta a concepciones, si no del todo opuestas, sí por lo menos diferentes de cómo debe ser la música vocal y cómo su interpretación en cada caso. A manera de ejemplo y sin entrar a tecnicismos que nada dicen al no especialista, todos podemos comprender que, necesariamente, tienen que ser distintas y alejadas unas de las otras las composiciones de Georg Friedrich Händel -hombre de finales del siglo XVII y primera mitad del XVIII- y Maurice Ravel -y su impresionismo-expresionismo del siglo XX-. Pasando, claro, por varios otros, entre ellos el gran maestro del bel canto, Gioachino Rossini.

La jovial Joyce que entusiasta saludó en su poquito español al público que llenaba la sala -surgido del alma, como ella misma dijo-, desde el inicio quitó todo tono de solemnidad posible al concierto, sin que esto haya significado restarle seriedad y calidad artística, sino todo lo contrario, recalcando su primer nivel pero alejado totalmente de la pose. A ese desenfadado desenvolvimiento contribuyó en gran forma musical el maese Terry desde su instrumento.

Así, Di Donato abrió fuego con una tonadilla nada fácil sino plagada de recovecos; la romanza "De España vengo" de la zarzuela El niño judío de Pablo Luna, para pasar a los tres poemas de Tristan Klingsor sobre Shéhéra-zade que musicalizara Maurice Ravel: "Asia", "La flauta...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR