Jorge Fernando Negrete P. / Nuevo derecho a información es posible

AutorJorge Fernando Negrete P.

Los nuevos y viejos temas del derecho a la información se transforman, se actualizan y se proyectan. El derecho a la información necesita una nueva generación de política pública; el debate regulatorio y constitucional ha caminado de manera saludable en unos casos y ha sido lento en otros, pero en lo esencial debemos evidenciar una carencia absoluta de visión en la nueva política del siglo 21, la de la comunicación.

Tan antiguo como Lascaux y la imprenta, el derecho a la información evoluciona; también lo hacen la protección institucional de derechos, la administración pública, las cadenas productivas y de consumo, el desarrollo tecnológico. Somos una sociedad de nuevos paradigmas: digitalización, movilidad, conectividad de banda ancha, convergencia, computo en la nube, análisis de los grandes datos e Internet de las cosas.

Para darnos cuenta de la vertiginosa velocidad del derecho a la información, la revolución agrícola llevó 300 años, la industrial 100 años, pero la digital sólo 30 años. Al mundo le llevó más de 100 años conectar con teléfono fijo a mil millones de hogares. Conectar con teléfono móvil a 7 mil millones de personas requirió 35 años. Pero lo relevante es que en sólo 11 años Facebook (2004) sumó mil 300 millones de individuos; a WhatsApp (2009) le llevó 6 años conectar 700 millones de personas; Twitter (2006), 8 años para conectar 284 millones de usuarios; YouTube (2005), 10 años para conectar mil millones.

En cambio, México tiene 53 millones de usuarios de Internet y 85 celulares por cada 100 habitantes. Es lamentable si pensamos que países como Brasil o Chile cuentan con una penetración de 136 y 146 móviles por cada cien habitantes, respectivamente. México se quedó muy atrás en conectar a los más desprotegidos.

Si a esto agregamos el reto de incorporar radios comunitarias, indigenistas y medios públicos al mundo digital, con presiones a su cadena de valor y procesos productivos, debemos repensar las históricas soluciones y argumentos que defendíamos. Con la nueva realidad en el sector de telecomunicaciones, podríamos transformar una entidad de radiodifusión en un operador móvil virtual y ofrecer más y mejores servicios de comunicación local.

A una emisora comunitaria y/o indigenistas hay que respaldarlas para que obtengan su concesión de uso social. Pero imaginemos que a esa misma comunidad o pueblo se le lleva infraestructura de banda ancha. No sólo tendrán posibilidad de sintonizar su radio local, sino que podrán...

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