Jesús Silva-Herzog Márquez / Suprema Corte de Justicia

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Lenia Batres es ministra de la Suprema Corte de Justicia. En la larga historia del Poder Judicial mexicano es la primera persona que asume esa responsabilidad por decisión exclusiva de una persona, el presidente de la República. Desde luego, su nombramiento es plenamente válido, pero su ingreso es testimonio de una política que ha renunciado al diálogo y que se esmera en la deslegitimación de las instancias arbitrales. Debe decirse que su llegada a la Corte es también responsabilidad de una oposición que fue incapaz de optar por el mal menor. Era claro que, por su perfil abiertamente partidista, por su falta de experiencia judicial, por su floja preparación académica y por el programa que defendió ante el Senado era la peor opción para la Corte. La oposición lo permitió.

Al asumir el cargo declaró su intención: arrancarle al tribunal su calidad de órgano supremo. Ese fue el núcleo de su mensaje. Ningún tribunal debe estar por encima de la voluntad de la mayoría, dijo. No corresponde a los jueces verificar que las normas que dicta un órgano representativo estén de acuerdo con la Constitución. A su juicio, la Corte se excede cuando detiene una ley del Congreso. Al hacerlo, le arrebata al parlamento la función legislativa. La Corte se excede también si invalida una instrucción presidencial porque impide la actuación de un poder respaldado con votos. Lenia Batres ingresa al tribunal con una convocatoria a la abdicación de su función esencial: proteger los valores de la ley suprema y los derechos de las minorías de los posibles abusos que pueden cometerse en nombre del pueblo. La morenista pide a sus colegas inclinar la cabeza con asentimiento ante una decisión del Congreso o del Presidente.

Batres asume una responsabilidad que, en el fondo, desprecia. Ingresa a un tribunal constitucional para desdeñar su función esencial: árbitro entre los poderes, protector del acuerdo fundamental, garante de los derechos. Si su discurso de ingreso causó conmoción no fue por su valentía, sino por su incongruencia: la nueva ministra ingresa a la Corte para arrancarle su adjetivo constitutivo. El propósito que declara abiertamente es despojarla de su calidad de órgano supremo. No una Suprema Corte de Justicia sino una Sometida Corte de Justicia...

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