Jaime Sánchez Susarrey/ Pacto: ¿quimera o pesadilla?

AutorJaime Sánchez Susarrey

Fox nos ha dado una nueva sorpresa. El 2 de julio el Presidente celebró en la sede nacional del PAN el primer aniversario de su triunfo. Ahí formuló, en una frase, el diagnóstico, su diagnóstico, de la situación actual: "aunque la alternancia, dijo, representó el cierre de la primera fase de la transición, el cambio no puede reducirse a ese episodio". Y vino entonces la receta: lo que México demanda es un pacto nacional entre las principales fuerzas políticas y sociales. La propuesta es ciertamente original, tan original como aquella que lanzó el 5 de febrero cuando convocó a reformar integralmente la Constitución de la República. Pero además de original, la idea del pacto constituye un giro de 180 grados. Fox reconoce, así, que no puede gobernar el país sin el concurso de las principales fuerzas políticas, incluyendo su propio partido. Pero ese reconocimiento es tardío y se produce una vez que las relaciones entre el Poder Ejecutivo y los partidos políticos se han deteriorado. Porque en los hechos, Fox subestimó y ninguneó a los partidos y a los diputados. Las tres iniciativas más importantes de su gobierno, la ley de cultura indígena, la nueva hacienda pública y la reforma eléctrica, no fueron negociadas ni consensuadas con ninguna fuerza política.

El Presidente se comportó como si estuviera en los tiempos dorados del presidencialismo absoluto, cuando las iniciativas eran votadas y aprobadas sin discusión ni oposición. ¿Por qué actuó así? Es difícil saberlo. Pero es probable que alguno de sus asesores le haya vendido la idea de que nadie en el Congreso se atrevería a oponerse al primer Presidente de la alternancia en México. Como quiera que haya sido, Fox se llevó tres frentazos sucesivos: ninguna de las iniciativas pasó. Sin duda, la más importante para él y su gobierno era la fiscal, pero era y es, al mismo tiempo, la más complicada. Por eso, durante su "primer informe de gobierno", el 16 de mayo, hizo su primer llamado a alcanzar un acuerdo en esa materia. Pero esa propuesta minimalista se transformó más tarde, el 2 de julio, en la convocatoria al acuerdo nacional. ¿Por qué semejante giro? Porque tanto Amalia García como Andrés Manuel López Obrador plantearon públicamente la necesidad de un pacto político. Ambos lo hicieron a finales de junio. De hecho, el 20 de ese mes López Obrador planteó la necesidad de una tregua para evitar el deterioro de la investidura presidencial. La respuesta inicial del secretario de Gobernación fue en...

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