Ivaginaria / Ligando con dos caras

Mientras más conozco a la especie humana, más extraño a mi perrito Byron que se me fue hace dos años y aún aullo porque se me salió del patio. Adiós canino. Aysh...Ya ni me recuerden. De esa nunca me recuperaré.

Una de esas noches en las que uno va a ir a zapatear a las pistas del arrabal, llegué a la casa de un querido amigo mientras esperaba a mi compañero, quien se reuniría con nosotros y otros compas para irnos de batalla nocturna.

En el sitio estaba de visita un tipo que yo no conocía. Tan pronto como arribé, el santo varón se puso a ondear la trusa y a tirarme los tejos. Yo estaba apenas recién llegada y pensé: todavía ni caliento un poco el asiento y éste ya anda ventilando sus urgencias.

La teoría del ligue es muy clara: el relleno cremosito de cualquier coqueteo peregrino, de las cortesías baratas; de las lisonjas sin sentido y manoseos como al no queriendo, tiene que ver con una sola cuestión: golpear la cabecera de una cama contra la pared. O follar, como mejor les guste decirle.

No es que sea mal pensada, pero digamos que de diez, nueve tienen el mismo objetivo.

Pues he ahí el individuo ligador, haciéndole a su luchita y yo nada más esquivando las bolas, porque les recuerdo que estábamos en la casa de un amigo que, también es cuate de mi compañero, y como que sería idiota de mi parte ponerme a ligar frente a una persona tan familiar a mi entorno. Aunque la verdad, yo no dejo que me liguen: me aburro mucho porque soy harto mamila, aysh, para qué me hago...A mí me gusta escoger. Ya me lo merezco, ¿no?

El individuo éste desplegó todas sus armas disponibles: la guapeza, la buena plática, el humor infalible y el chiste maravilloso, sus cualidades de tipo agradable, sus viajes, sus circunstancias y sus asegunes. La situación parecía indicar que estaba buscando con quien aparearse por esa noche hasta que...llegó mi pareja y la cosa pasó de coqueteo ametrallante a: muchacho simpático que quiere entablar una plática muy amena con la gente a su alrededor.

Entonces de ser el macho que intentaba dominar la escena y levantarse a una morra, pasó a ser un hombre casero, que se dedica a su familia, a su ¡mujer!, con la que lleva más de quince años viviendo, a sus labores académicas y demás actividades que lo ubican como un modelo pureza y virtud, casi nunca antes...

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