IVAGINARIA

El poder del pene La duquesa de Alba, Cayetana Fitz James Stuart, nació en 1926. Si hacemos las matemáticas, la santa mujer posee como 220 años de edad y aún los goza en cabal salud, al lado de un joven novio de 60 años con el cual ya quiere casarse. Serían las terceras nupcias de su excelencia.

El problema es que ella es asquerosamente millonaria, entonces los hijos de doña Cayetana, se oponen sistemáticamente a que su madre case de nuevo. Alfonso Diez, el prometido, ha dicho a quien se lo quiera creer, que él jamás se casaría por interés con una dama de 85 años.

Doña Cayetana, quien parece sacar la casta (y la calentura) que le han legado sus cientos de títulos nobiliarios, insiste en el matrimonio. L@ hij@s cometen toda clase de inmoralidades para evitar que su madre se líe de nuevo, hasta que la duquesa resuelve todo. Hereda en vida la fortuna de sus títulos, propiedades, empresas y riquezas varias. La colección de arte de esta familia es invaluable y se encuentra a salvo en un patronato con el gobierno español. La duquesa nunca ha sabido lo que es tener cero varo. Lo reparte en santa paz.

Se los endosa a sus hijos para así poder en paz casarse con su novio Alfonso Diez, del cual está profundamente enamorada.

De esto y más me entero leyendo las revistas en las tiendas de conveniencia y en el supermercado. Pura porquería que se atora en mi mente. Sin embargo, querido público, temo decirles que Doña Cayetana sí tiene onda.

La mujer ha purgado más de ocho décadas en el planeta y aún posee ovarios para mandar al demonio a la familia entera, repartir los bienes que tanto les preocupan y ella compermiso, me voy a follar con mi noviezuelo de 60 años.

Quizás el mayor problema para iniciar, continuar y preservar una relación, es el alto grado de indecisión que aplicamos a nuestros entornos. Siempre estamos dudando de maldita la cosa y la sopesamos demasiado. La mayoría de las personas sólo es entrón y muy bragado cuando anda jarras, temo decir, y también es la forma en que todos aprovechan para sacar al mostro a pasear.

Lo cual no...

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