Israel, en medio del huracán árabe

AutorTémoris Grecko

Tel Aviv.- El manantial de especulaciones en Israel es similar a todos los que brotan aquí cuando parece que el país está a punto de ir a una guerra. Abundan las hipótesis para explicar qué sentido tiene la serie de hechos sangrientos que empezó el 11 de marzo, con el asesinato de una familia de colonos judíos en Cisjordania y que desató bombardeos de represalia en la Franja de Gaza.

Y se discute si el ejército va a reeditar pronto la Operación Plomo Fundido (con la que atacó y bombardeó Gaza durante 22 días en diciembre de 2008 y enero de 2009 con saldo fatal de mil 400 palestinos –más de la mitad eran civiles– y 13 israelíes –soldados, 10 de ellos– en un esfuerzo por derrotar a la milicia islamista Hamas), cuáles serían los beneficios y cuáles sus consecuencias negativas.

“Puede ser que tengamos que regresar a esa operación”, dijo Silvan Shalom, viceprimer ministro israelí, a Radio Israel el 23 de marzo. “Lo digo a pesar de que sé que tal cosa, por supuesto, pondría a la región en una situación mucho más peligrosa”.

El martes 12, el ministro judío de Exteriores, Avigdor Lieberman, aseguró que los intentos de lograr un alto al fuego eran “un grave error”. Lieberman le daba a la radio Reshet Bet una entrevista que ganó fama instantánea: “Sabemos con quiénes tratamos”, afirmó y enseguida se oyó con claridad el sonido del agua que bajaba por el inodoro. “Ministro habla en vivo… desde el baño”, tituló su nota la agencia AFP.

Todo el mundo tiene claro que la situación geopolítica ha cambiado drásticamente a raíz de las revoluciones en los países árabes y que se han alterado las bases de la estrategia de seguridad nacional israelí con implicaciones que van desde un impacto en el horizonte de progreso económico hasta el final del periodo más tranquilo que ha vivido esta nación y que ya dura tres décadas.

Se habla de las insurrecciones de Túnez y de Libia, de Bahréin y de Yemen, pero sobre todo de las de dos vecinos clave: el enemigo Siria y el aliado Egipto.

Para los pesimistas la primavera árabe parece equivaler al otoño israelí.

“Algo llamado ciudadanía egipcia”

Despectivo hacia sus vecinos, Israel se presentó durante décadas como “la única democracia en Medio Oriente”. En su visión, Occidente tenía que tratar con sus iguales, los defensores de la libertad, en tanto que los árabes no tenían remedio: eran incapaces de evolucionar para salir del autoritarismo. Una limitación política de la que el propio Israel se beneficiaba.

“Nuestro tratado de paz con Egipto ha sido fundamental para nosotros durante 30 años”, reflexiona Shmuel Bachar, del Instituto Israelí de Políticas Públicas y...

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