Isabel Turrent / Anápolis: una cumbre sin horizontes

AutorIsabel Turrent

A primera vista es casi imposible encontrarle sentido a la conferencia de Anápolis, Maryland, que reunirá el 27 de noviembre a israelíes, palestinos y a representantes de más de 40 países árabes y no árabes bajo el patrocinio del gobierno estadounidense. Anápolis contradice la línea política que ha guiado la diplomacia de Bush frente al conflicto palestino-israelí, desde su campaña presidencial hasta hace unos meses. George W. Bush y sus asesores rechazaron una y otra vez el legado diplomático de Bill Clinton: los republicanos no intervendrían de manera directa en las negociaciones entre palestinos e israelíes. Las reuniones patrocinadas por Washington habían muerto en Campo David a mediados del 2000.

A cambio, aún antes de la invasión de Iraq en 2003, Bush estableció una relación estrecha con el gobierno de Sharon que erosionó su poder de convocatoria y su capacidad para actuar como un árbitro imparcial. Iraq acabó de dar al traste con cualquier posibilidad de que Washington jugara un papel definitivo para acercar a israelíes y palestinos a la solución de un conflicto que se ha arrastrado innecesariamente por décadas y ha enturbiado la relación entre el mundo árabe y Occidente. Muchas de las consecuencias de la invasión norteamericana afectaron negativamente a Israel, por una parte, a los palestinos, por otra, y a la relación entre ambos. Entre los resultados impredecibles de una ofensiva mal planeada y ejecutada, la ocupación de Iraq -sumada a la caída del Talibán afgano- liberó a los ayatollas iraníes de dos enemigos acérrimos, dio un poderío acorde a su número a los shiítas iraquíes -sus aliados naturales- y promovió la alianza antinatura entre Siria e Irán. Iraq otorgó a Teherán una libertad de maniobra inmensa en el Medio Oriente, que los ayatollas utilizaron para fortalecer a dos organizaciones, muy peligrosas para Israel, que son su punta de lanza en el otro extremo de la región: Jezbolá en Líbano y Hamás en los territorios ocupados. La invasión de Iraq es una causa directa de la más reciente guerra de Líbano que resquebrajó la fuerza disuasiva israelí.

Para los palestinos, la diplomacia norteamericana e Iraq tuvieron consecuencias aún peores. La distancia norteamericana y el fortalecimiento de Irán radicalizaron a los grupos extremistas palestinos que han mantenido su política de atacar a poblaciones del sur de Israel con misiles, y, con ella, de multiplicar las ofensivas del Ejército israelí y el aislamiento del Margen Occidental...

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