La invención de un enemigo formidable

AutorOswaldo Zavala

El 19 de febrero de 2012, el todavía presidente Felipe Calderón ofreció el último discurso de su gobierno con motivo del Día del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana. En el programa de eventos ocurrió algo extraordinario que el sociólogo Luis Astorga, experto en temas de narcotráfico y seguridad, rescató de la cobertura periodística de ese día. Es el momento en el que un grupo de soldados simuló la revisión de un automóvil para ilustrar al presidente los procedimientos para detectar droga. Anota Astorga:

En un vehículo donde se ocultaba la misma, presuntamente mariguana, el militar que interpretaba el papel de traficante estaba vestido según la imagen arquetípica que se tiene de ellos, incluso en el museo de la Sedena dedicado al tema del tráfico de drogas, es decir, con botas, sombrero y escuchando corridos de traficantes: "Escena que arrancó risas a Calderón, su esposa Margarita Zavala y los Secretarios de Defensa Nacional y Marina, General Guillermo Galván y Almirante Francisco Saynez", de acuerdo con la nota periodística que dio cuenta del acto.

Los militares protagonizaron un performance de sus actividades para el combate a las drogas personificando la figura del traficante que el sistema político mexicano ha construido con fines políticos específicos: un hombre vestido de vaquero escuchando narcocorridos. Esa imagen, como recuerda Astorga, ha sido incorporada al Museo del Enervante de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Allí se encuentra un maniquí vestido al igual que ese mismo "narco" que improvisaron los militares: un ranchero ostentando vulgarmente la repentina riqueza que le genera el tráfico de drogas y que él inevitablemente incorporan a su imagen personal con camisas Versace, botas de piel de cocodrilo y ese infaltable sombrero sin el cual no sería reconocible. A esa imagen, el museo suma objetos que confirman el perfil del mítico narco mexicano: armas con chapas de oro, diamantes incrustados, todo con las iniciales grabadas del capo en turno.

El performance de los militares nos permite un raro avista-miento a la manera en la que el sistema político mexicano ha creado un enemigo formidable en estos tiempos de permanente crisis de seguridad nacional. El "narco" imaginado por los militares es, en teoría, todo lo opuesto del soldado: indisciplinado, vulgar, ignorante, violento. En las antípodas del ejército, sin embargo, el narco requiere, si bien no de un uniforme, sí de una uniformidad que lo distinga de los soldados que en nombre del gobierno lo ajusticiarán.

Astorga observa que la indumentaria arquetípica del "narco" modelo coincide con la de muchos de los habitantes de las regiones rurales de México. ¿Cómo logran identificar los militares a los delincuentes entre los rancheros del país? Durante la supuesta "guerra contra el narco" ordenada por el presidente Calderón fueron asesinados, según datos oficiales, alrededor de 121 mil 683 personas. Pero si el "narcotraficante" puesto en escena por los militares provocó la risa del presidente, de su esposa y de los secretarios de Defensa y de Marina, esto se debió a la caricaturización del fenómeno, cercana a la manera en que se imagina a los traficantes en películas...

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