Inundación histórica. La furia del agua barrió lo que quedaba de Altenahr

AutorEnrique A. López Magallón

BONN, ALEMANIA.- En tiempos dorados, el crucero principal de la pequeña localidad de Altenahr, a 31 kilómetros de esta ciudad, reflejaba un brillo de época. De un lado, los ventanales de un amplio salón dejaban entrar a las estrellas en las largas noches de baile y vino. Del otro, un restaurante estilo western invitaba a veladas peliculescas, sumergidas bajo el manto de la música country.

Estar cerca de la entonces capital alemana aseguraba a Altenahr no sólo un turismo constante sino también de alto nivel: embajadores extranjeros y políticos alemanes lucían ante sus invitados la belleza del Valle del Ahr y de la Ruta del Vino Tinto, alternativa a los tumultuosos viajes por el Rin, bañados en la empalagosa dulzura del vino blanco.

Instituciones, embajadas y casi toda la órbita del gobierno abandonaron Bonn en 1999, y con ello, Altenahr y otros pueblos cercanos fueron perdiendo su brillo. Como en la película El resplandor, el lujoso bullicio de antaño se fue transformando en pesado recuerdo y, sobre todo, en la intransigente realidad de un turismo esporádico y de menor propina. La crisis se tornó círculo vicioso. La austeridad hizo desaparecer el teleférico que llevaba a la cima de un monte vecino, y también se fue a la eternidad el restaurante que esperaba sonriente a comensales arriba del promontorio. Y a menos atractivos, menos visitantes.

Desde entonces Altenahr y sus ciudades vecinas se volvieron competidoras en una lucha ardua por sobrevivir como destino de viajeros. Mientras que la pintoresca Bad Münstereifel y Bad Neuenahr invirtieron en costosa infraestructura, y con gran esfuerzo lograban levantarse tanto de la historia como de la pandemia, Altenahr parecía cada vez más un pueblo en vías de tornarse fantasma.

Las inundaciones de julio de 2021 lo emparejaron todo. En los 30 minutos que duró el pico del temporal que azotó el Valle del Ahr entre la noche del miércoles 14 y la mañana siguiente, el tranquilo río que da nombre a la región se convirtió en un monstruo que devoró las pequeñas localidades, y otras más.

Normalmente el Ahr serpentea por las honduras, rodeando en algunos casos la parte vieja de los pueblos al fondo de las mismas. La tormenta hizo que el agua subiera por todos los flancos, convirtiendo a Altenahr y otros pueblos en trampas de difícil escapatoria. En casi 200 casos, según las recientes estimaciones para toda Alemania, la trampa fue mortal.

Lo mismo sucedió con otros ríos en esa zona, y también en Euskirchen...

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