Intervenciones parlamentarias

AutorManuel Crescencio Rejón
Páginas11-39
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INTERVENCIONES
PARLAMENTARIAS
SESIÓN DEL 5 DE JU LIO DE 1823
as provincias se hallan en la mayor efervescencia: todas
claman por el gobierno republicano federado; y creo que
las medidas que propone la comisión en el dictamen que está en
discusión, no son propias y conducentes para calmar esa agi-
tación que en los pueblos se nota. Aplaudo las intenciones de
los individuos que la componen, pero repruebo los remedios
que proponen para uniformar a las provincias y evitar las tristes
consecuencias que pueden nacer del estado en que se ven. Las
providencias que la comisión ha ofrecido a la deliberación del
Congreso son inútiles y perjudiciales. Siento bastante no poder
convenir con ella en estos puntos. He dicho que son inútiles, y
la razón es porque las provincias que se han erigido en estados
fe derales, como Guadalajara, Oaxaca, el Saltillo y Yucatán, ja -
más podrán quedar contentas con que se den a las diputaciones
provinciales esas mezquinas atribuciones que la comisión, traspa -
sando la Constitución y leyes vigentes, pretende aumentarles
sobre las que actualmente tienen. ¿Cómo podrán estos pue-
blos tranquilizarse con esta medida, cuando lo que quieren es
que se les reconozca como estados federales? Si Yucatán, si
Oaxaca, si Guadalajara han procedido ya a la elección de sus
L
diputados para sus congresos provinciales, ¿cómo no despre-
ciarán esta providencia que en mi juicio llega tarde? Yucatán,
provincia que tengo el honor de representar en este templo
de las leyes, ha expresado en la acta que corre impresa, que
solamente reserva al gobierno de México el nombramiento
de obispos para arriba en lo eclesiástico y de brigadieres en
adelante, el de ministros diplomáticos, y ofrece hacer el sacrificio
de los derechos que le competen como pueblo soberano, en obsequio de
la seguridad de las provincias que hasta ahora han estado unidas for-
mando la nación mexicana. ¿Y se creerá que ésta recibirá gustosa
esta medida que no le da lo que apetece? Señor, no nos equi-
voquemos; nada se puede conseguir contra la voluntad de los
pueblos. Los que tienen en su seno autoridades con facultades
más amplias para proveer a sus necesidades no pasarán por
unas leyes que se las limitan, ni esto es lo que puede atraerlos a
la uniformidad.
Son también perjudiciales, porque con esto no hacemos más
que irritar a las provincias que se han pronunciado por el gobier -
no republicano federado, y que han establecido sus gobier nos
bajo este principio. Se creerá que aún todavía pretendemos eli -
minarlas, se nos cubrirá de oprobios porque nos metemos a
dar leyes. Tengo presente que Guadalajara dijo, después de
haberse dado el decreto de elecciones para el futuro congreso,
que vuestra soberanía lo había expedido porque los pueblos la
obligaron a expedirlo: no será muy difícil que lo mismo digan
ahora al ver esta medida. El Saltillo, en el acta que se ha leído
en este salón y se halla impresa en los papeles públicos, des-
pedaza al Congreso porque continúa dando leyes, cuando sólo
debía limitarse a formar la convocatoria. ¿Qué diría si viese
esta providencia aprobada por vuestra soberanía? Yo creo que,
habiéndose despojado de la facultad de constituir a la nación,
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PE N S A M I E N T O P O L Í T I C O

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