Intersecciones de raza, clase y género en Nuevo México

AutorMaría J. Rodríguez-Shadow
CargoInvestigadora de la Dirección de Etnología y Antropología Social, del Instituto . Nacional de Antropología e Historia, México
Páginas109-131

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Introducción

El análisis histórico y la desconstrucción de los conceptos de raza/etnicidad, clase y género han preocupado a muchas estudiosas que pugnan por el desmantelamiento de las jerarquías clasistas y las desigualdades genéricas en las sociedades pluriculturales de nuestro tiempo. Los trabajos más logrados en este sentido, han sido los elaborados por Mirandé y Enríquez, Mora y Del Castillo, Jensen y Miller, Buxo, Zavella, Deutsch, Rodríguez, DelPage 110 Castillo, Córdoba, Ruiz y Dubois para la población de ascendencia mexicana en Estados Unidos. Y los de Rogers, Arrom, Goldsmith, Seed, Atondo, Fowler-Salamini, y Vaughan y González para México.

La mayoría de estos estudios presentan una perspectiva crítica y rechazan, de entrada, los sesgos androcéntricos, los prejuicios clasistas y la noción de que existan grupos intrínsecamente inferiores a otros en razón de unas pretendidas diferencias raciales innatas.

En este artículo quiero hacer patente que parto de esas mismas premisas. Para aclarar esto debo, en primer lugar, explicitar algunos conceptos, que aunque para fines analíticos los presento separados, en la realidad social raza, clase y género se encuentran estrechamente entrelazados.

Aunque durante las últimas décadas ha habido una gran cantidad de investigaciones que han adoptado la perspectiva del determinismo biológico, en las que se plantea que las causas de las desigualdades en el estatus, la riqueza y el poder entre las clases, los géneros y las razas están inscritas en los genes,1 aquí me apoyo en los estudios elaborados por científicos sociales2 y de las ciencias naturales3 que cuestionan los postulados androcéntricos y los prejuicios clasistas y racistas. Argumento que esas creencias preservan los intereses de la clase, del género y de la raza dominante y contribuyen a la "naturalización" y, por ende, a la legitimación del orden social existente y coadyuvan a su reproducción y mantenimiento.4

Los economistas conservadores plantean que la vida económica es el resultado de selecciones racionales hechas por los actores sociales, decidiendo libremente sus elecciones ven la vida económica como una lucha esencial del "hombre" contra la naturaleza. Por consiguiente, postulan que el sistema económico tiene muy poco que ver con las construcciones sociales de raza, las desigualdades genéricas y la jerarquía entre las clases sociales.

Desde mi perspectiva esto es erróneo, ya que las desigualdades de raza, clase y género no son el resultado de diferencias biológicas innatas o de una inexplicablePage 111 discriminación económica preferencial, sino de estructuras y procesos económicos y políticos específicos.5 Los estudios ahistóricos no sólo son incorrectos, sino también inherentemente conservadores, porque santifican el status quo y niegan la capacidad de los sujetos de transformar sus sociedades mediante sus prácticas cotidianas y la lucha política.6 Creo que es importante tomar en consideración las formas en las que las instituciones políticas estructuran a los actores sociales, los modos en los que éstos modifican a aquéllas, así como examinar el papel que desempeña la historia y la economía política en la creación de los conflictos de género, étnico-raciales y de clase.

Aunque las y los científicos han terminado por reconocer que el concepto de raza ha sido construido históricamente y es de reciente aparición,7 su empleo en los contextos sociales y en los discursos públicos continúa.8 Ingresó a las lenguas europeas a principios del siglo XVI,9 usándose con el sentido de linaje hasta 1800.10 Al parecer hubo un escaso empleo de este término durante los siglos XVI y XVII, y cuando se llegó a utilizar carecía de las connotaciones de inferioridad que adquirió posteriormente. Sin embargo, para el siglo XVIII, Lineo postulaba que la especie humana podía clasificarse en cuatro variedades y mezclaba erróneamente en su taxonomía características naturales con patrones culturales.11

Durante el siglo XIX, el concepto de raza fue reconstruido sobre las nociones previas, consolidando la idea de que había diferentes clases de seres humanos con cualidades innatas permanentes que eran transmitidas de una generación a otra.12 Destacados estudiosos y estudiosas aceptaban la superioridad de unas razas sobre otras, entre ellos pueden citarse personajes de la talla de D. Hume, Emerson, G. B. Shaw, J. J. Rousseau, T. Hobbes, Ch. Dickens, A. Christie y Zola, entre otros.13

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Varios han sido los factores que los historiadores que se han interesado en examinar el desarrollo y la evolución histórica de la noción de raza han destacado. Smedley,14 por ejemplo, enfatiza que las condiciones sociales, económicas y políticas que delinearon la creación de la idea de raza se dieron en el contexto de las exploraciones en África, la conquista del nuevo mundo, el colonialismo y la esclavitud. Horsman15 juzga como relevantes la expansión del capitalismo del siglo XVI y la colonización inglesa en los siglos XVI y XVII de Escocia, cuyos habitantes ya eran caracterizados como una raza inferior y salvaje.

Al parecer, desde esa época, las ideas sobre las diferencias humanas implicaban un concepto de raza que era difuso, pero estaban poderosamente estructuradas por la noción de la superioridad europea. Durante la elaboración del discurso occidental de raza, algunos grupos humanos fueron considerados como irracionales, inferiores o antiestéticos.16

Con el apogeo del racismo científico y la ideología racial impuesta sobre los grupos conquistados y esclavizados desde finales del siglo XIX y principios del XX, comenzaron a surgir nuevas teorías "científicas" que justificaron y legitimaron el dominio sobre diversos grupos.17 De este modo los negros, los indígenas, los orientales y los mexicanos fueron clasificados como salvajes, bárbaros, intelectualmente inferiores, proclives a la violencia y la traición, corruptos, inmorales e incapaces de reconocer y aprovechar los beneficios de la civilización.18

Muchos (as) biólogos (as), genetistas, y antropólogos (as) -aunque no todas y todos— han llegado a la conclusión de que la idea de raza es una "invención cultural," y de que en términos biológicos, las razas no existen ni hay diferencias en su capacidad mental.

Empero, el hecho de que las razas sean una construcción social no significa que no sean importantes. De hecho, la categoría de raza emerge como una forma dominante de identidad en las sociedades jerarquizadas con la función específica de devaluar, someter, controlar.19

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Coincido con las biólogas (os), y con las antropólogas (os) físicas, en sus críticas de que no existe evidencia científica que apoye las ideas de a) que en la especie humana existan distintos linajes que puedan ser denominados "razas", ni que éstas sean "puras"; b) que las diferencias genotípicas y fenotípicas entre los grupos humanos impliquen desigualdades en las capacidades intelectuales, en sus comportamientos o en sus cualidades morales; y c) que las diferencias de riqueza, poder y prestigio entre los grupos o entre los géneros se deben a las singularidades de las estructuras e instituciones socioeconómicas y no a supuestas diferencias "naturales".

Aunque la palabra etnicidad apareció en el Oxford English Dictionary desde mediados del siglo XX, el término etnicidad es antiguo y se deriva del griego ethnos que significa gente o "nación". Se usó en inglés para referirse a los infieles y paganos hasta el siglo XIX, aunque su uso académico data de la segunda Guerra Mundial, y con la caída del racismo científico se comenzó a usar el término "grupo étnico" para referirse a los grupos biológicamente unidos, sin ser razas biológicas.20 Etnicidad se refiere, entonces, a diferencias "culturales".

La idea que sigo aquí es que la etnicidad constituye una dimensión del proceso social cuyo significado y valor se encuentra enquistada en el entramado de las relaciones de poder y conflicto. Desde esta perspectiva teórica, entonces, etnicidad no sólo comprende esos elementos culturales, biológicos, linguísticos o religiosos que forman un grupo y que lo diferencian de otro, sino sobre todo un sistema de ideología, de representaciones sociales que adquieren su relevancia y su significado social en el tejido de las relaciones de confrontación.

El argumento básico es que la gente usa aspectos de cultura para marcar fronteras y crea grupos que tratan de controlar algunos recursos útiles de poder político.21 La creación de la etnicidad nace de un contexto de globalización en el que la gente de diferentes lugares dentro de su geografía cultural ha interactuado intensamente o, también, en territorios fronterizos que propician situaciones de confrontación social o política.22

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Clase, al igual que etnicidad, es relacional, material e ideológica. Las clases existen en un sistema estructurado y pueden ser definidas en términos puramente objetivos en relación con los medios de producción y la distribución del producto social. Un análisis objetivo de esas relaciones materiales se considera esencial en una discusión en torno a la clase, pero esto es tan importante como el análisis de cómo esas condiciones objetivas adquieren significado social. Entonces ambos, etnicidad y clase, tienen componentes objetivos e ideológicos, pero, como la historia lo ha demostrado, los significados sociales no fluyen automáticamente de las condiciones objetivas. Además, un problema importante a elucidar es la comprensión de cómo el conjunto de sentidos que dota de relevancia y significados a etnicidad y clase emerge o no y cómo éstos están conectados con el poder y los procesos materiales sociales.

En Estados Unidos, desde su nacimiento como nación, hubo renuencia al reconocimiento legal de las distinciones clasistas (con la clara excepción de la esclavitud), aunque en la práctica, por supuesto, existían las diferencias de...

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