Instantáneas de Alonso Lujambio y Miguel Bonasso

AutorJulio Scherer García

Alonso Lujambio, senador, secretario de Educación y candidato prematuro a la Presidencia de la República, fue inflexible en su crítica contra Carlos Castillo Peraza. íntimo del presidente Felipe Calderón Hinojosa, escribió en un libro de ensayos políticos que el fracaso había marcado la vida del ya fallecido Castillo Peraza.

Dicen que de la traición no se regresa, como tampoco se regresa del crimen. El peso de la deslealtad y el asesinato son tan fuertes que no hay manera de borrar la marca que dejan en el victimario. Es posible que Felipe Calderón, a fin de aliviar la conciencia frente al que fue su maestro, jefe y padre político, haya llegado hasta los límites del desprecio para aligerar la calma que le minaba el alma.

De éste y otros temas conversamos Lujambio y yo en una cena que resultaría desafortunada. En su casa había dado comienzo el encuentro bajo los mejores auspicios. La señora María Teresa Toca, esposa del anfitrión, había sido cordial, esmeradamente amable. Su marido había cumplido con la parte que le correspondía y yo procuré mantenerme a la altura de un ambiente grato. A la postre, la reunión sería áspera, a punto de que pudiera calificarse de rijosa.

La ocasión la ofreció Retratos de familia, un ensayo que Lujambio había escrito y del cual nos prometimos que habíamos de contarnos aquella noche. El tema: Castillo Peraza y su paso por Acción Nacional.

Yo había mantenido a lo largo de los años una amistad profunda con Castillo Peraza. Fui testigo de sus tormentos interiores, que sólo a él competían. Profesaba sin duda alguna la fe católica, apostólica y romana y tenía al Papa como emisario de Dios en la tierra. Se creía en pecado mortal, el fin intempestivo de la vida lo atormentaba. En su adhesión al Papa, sostenía que el aborto era inadmisible en el caso que produjera en el recién nacido daños genéticos y aun en la madre y su criatura en gestación. Yo contrariaba a don Carlos con los argumentos del sentido común y le decía que no podían ser obra del diablo. Pisamos terrenos peligrosos y de común acuerdo decidimos que no seguiríamos por caminos que podrían deteriorar una relación fraterna. Una vez decididos, nunca volvimos a hablar del aborto.

En su libro La democracia indispensable, Lujambio se ocupó extensamente de Castillo Peraza, recorrió su vida de periodista, político, escritor, poeta, aun filósofo, su análisis con este párrafo gélido:

La vida de Carlos Castillo Peraza está sellada por su participación en una victoria...

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