Proyecto de decreto por el que se expide Ley General de Bienestar y Protección Animal y se reforman diversas disposiciones de la Ley Federal de Sanidad Animal, de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, del Código Civil Federal y de la Ley General de Vida Silvestre., de 10 de Diciembre de 2014

Con fundamento en lo dispuesto por el artículo 71, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como por los artículos 8 numeral 1, fracción I, 164 numeral 1, 169 y demás disposiciones aplicables del Reglamento del Senado de la República, someto a consideración de esta Honorable Asamblea la siguiente INICIATIVA CON PROYECTO DE DECRETO POR EL QUE SE EXPIDE LEY GENERAL DE BIENESTAR Y PROTECCIÓN ANIMAL Y SE REFORMAN DIVERSAS DISPOSICIONES DE LA LEY FEDERAL DE SANIDAD ANIMAL, DE LA LEY GENERAL DEL EQUILIBRIO ECOLÓGICO Y LA PROTECCIÓN AL AMBIENTE, DEL CÓDIGO CIVIL FEDERAL Y DE LA LEY GENERAL DE VIDA SILVESTRE, al tenor de la siguienteExposición de motivosEn búsqueda del bienestar y la dignidadEsta iniciativa surge de los avances de la ciencia y de la fuerza que otorga el impulso social y las iniciativas ciudadanas. Los grandes cambios que se han producido en el mundo en los últimos años se deben en buena medida al triunfo de la verdad sobre los mitos y los prejuicios, a la revisión constante de las tradiciones y los hábitos, por un lado, y a los logros que desde la sociedad civil se han alcanzado por la promoción de los temas de la agenda ciudadana y que requieren su expresión y formalización en leyes y su ejecución en políticas públicas.En ese escenario, la relación social, cultural, económica y jurídica que hemos tenido con los animales está sujeta a revisión. Los expertos debaten y proponen soluciones. Los que tomamos decisiones públicas, debemos analizar y deliberar. Verdad y justicia pueden empatar.En el ámbito legislativo, hoy es tiempo de decidir si vamos a revisar nuestra relación con los animales. Si es y va a seguir siendo una relación de propiedad, o si con ellos debemos establecer una relación de armonía, de sana convivencia, animales humanos y no humanos como partes integrantes del único mundo que compartimos.Es paradójico, pero a pesar de que no lo hayamos concebido de ese modo, si lo pensamos bien, el bienestar humano no importa a los animales no humanos, mientras que su bienestar nos debería importar demasiado.La posibilidad de que un trato digno a los animales nos permita avanzar a la vez en el trato humanitario entre los propios humanos es muy grande.Se trata de una política basada en el propio beneficio, pero también en principios con carácter universal. Por un lado procurar el bienestar y evitar causar dolor, y por otro, tratar a todos los seres vivientes en forma digna y considerar en las relaciones que tenemos con ellos su valor inherente, en su dignidad.Ya Jeremy Bentham señalaba que la capacidad de sentir dolor es la característica fundamental para que a alguien se le considere desde el punto de vista moral y jurídico; al respecto escribió: “No debemos preguntarnos si los animales pueden razonar, ni tampoco si pueden hablar, lo importante es que son capaces de sufrir.”El hecho de que los animales puedan sufrir, es razón suficiente para tener la obligación moral de no causarles daño, lo que corresponde al principio de no maleficencia. Cuando esto no fuera posible, entonces se deben hacer todos los esfuerzos para reducir las situaciones que les produzcan dolor y así tratar de disminuir su sufrimiento. Si inclusive hemos de escoger entre dos situaciones que produzcan algún daño directo o colateral previsible, entonces debemos escoger aquella que cause el mal menor.El principio de justicia según la doctrina del bienestar postula que las acciones son justas en la medida que tienden a promover la felicidad y el bienestar, e injustas en cuanto tienden a producir dolor o infelicidad. Este principio extendido a nuestra relación con los animales demandaría no provocar dolor ni sufrimiento a nadie susceptible de sentirlo, independientemente de la especie a la pertenezca.El conocimiento científico actual ha demostrado que los animales vertebrados, tienen un sistema nervioso central muy semejante al nuestro, y lo suficientemente complejo para permitirles no sólo conocer, recordar, aprender y tener una apreciación de su entorno a través de los órganos de los sentidos, sino que además experimentan sensaciones dolorosas de las cuales son conscientes, incluso son capaces de relacionarse con otros sujetos vivos, tanto de su especie como de otras. Dichos animales también poseen en sus cerebros las estructuras y mecanismos necesarios para poder generar y expresar estados emocionales como sufrimiento, ansiedad, miedo, frustración, depresión, así como estados de placer y bienestar.Gracias a las valiosas contribuciones de las ciencias biológicas y las humanidades, ha surgido una manera distinta de ver y valorar la vida de otros seres, aun cuando sean de especies diferentes a la nuestra. Los animales además de ser portadores y transmisores de vida, poseen un genoma singular, tienen la capacidad de sentir dolor físico, sufrimiento emocional, y de darse cuenta de lo que sucede en su entorno, esto los hace portadores de un valor intrínseco que es independiente del valor instrumental o económico que arbitrariamente se les ha otorgado, de la instrumentalización a la que no solo los hemos sometido a ello, sino a nosotros mismos.Una política pública basada en principios tiene que considerar el valor inherente de cada ser vivo.¿Cómo entender la condena a la violencia contra los humanos, pero nada nos impulsa a detener y siquiera a reprobar el daño y el maltrato animal?En los últimos años la humanidad ha avanzado para que en lo social, cultural y educativo cada entidad viviente sea respetada en su valor inherente y en su bienestar, es decir, sea respetada por lo que es, por el desenvolvimiento positivo que se tiene en el mundo, y no por lo que vale o significa para el ser humano.Todos –plantas, animales, humanos- convivimos y debemos ser respetados según la dignidad y bienestar respectivo.El bienestar de una entidad viviente se define porque lo que es bueno para ella es lo que le hace bien, en el sentido de mejorar o preservar su vida. Lo que es malo para una entidad es algo perjudicial para su vida y su bienestar.La dignidad o valor de una entidad viviente depende de la consideración ética para con ellas por el simple hecho de que forman parte de la comunidad de vida de la tierra. Y su valor inherente implica que con independencia de que valor nosotros los humanos le asignemos, la realización de su bienestar es algo intrínsecamente valioso.Por ello, tenemos obligación mínima de respetar a la naturaleza, así como tenemos la obligación ética de respetar a nuestros semejantes hombres y mujeres. A la actitud universal de amor a la naturaleza, le precede una actitud básica de respeto, pues lo mínimo exigible a cada ser humano es no afectar o dañar a los animales. Tenemos que terminar con el reduccionismo que señala que todo valor se sujeta a la vida humana -los niños y niñas han avanzado más en esa meta para tener una concepción de la vida más armónica e integral-. Nuestros mundos no son sólo el mundo humano en sí, puesto que hay círculos de vida mucho más amplios.El bienestar y la protección animal se basan en actos de justicia y no de mera compasión, porque hasta ahora lo que hemos avanzado parte de la idea de que son inferiores o débiles y nosotros superiores o más fuertes, por lo que les debemos cierta misericordia. En un nivel diferente y de mayor justicia, debemos considerar a cada ser vivo de acuerdo con su valor inherente y sus capacidades para alcanzar su desarrollo y su bienestar. En ese sentido no hay valores superiores o inferiores, sino valores que son propios a cada especie.La vida humana, animal y vegetal son una sola vida. Al atentar contra una de ellas se violentan todas. Quien atenta contra la parte atenta contra el todo.En el mundo convivimos con entidades microscópicas (la maravillosa película Microcosmos es un buen ejemplo), así como formamos parte de las entidades del macrocosmos; vivimos sobre la tierra, en las altas montañas, o muy cerca de los mares, de nuestras costas. Nuestro cuerpo mismo es un mundo que buscamos nosotros mismos cuidar y que los demás respeten. Nuestra mente es un enorme mundo de ideas que hacen posible la magia de la memoria, de la conciencia, de la ética, de la responsabilidad para con los seres vivos.En la década de los 70s del siglo pasado, hicimos un alto porque vimos que centrar todo, absolutamente todo en el hombre, nos estaba conduciendo por un mal camino. Por eso surgió la bioética, como la capacidad de reflexionar y establecer principios sobre las consecuencias de nuestras decisiones sobre el valor de la vida.Acordamos que hay que reconocer los derechos de los seres humanos, aunque también hay que impulsar sus deberes y prohibiciones, respetando a los otros seres vivientes. Si se respeta a los demás, se respeta uno mismo. Cuidar de sí y de los demás como obligaciones fundamentales.No tomamos en serio el respeto de la vida de los demás y las limitaciones de los recursos.Nuestra supuesta superioridad moral se fue desvaneciendo cuando observamos que en esta tierra apenas somos unos inquilinos recién llegados. Si el tiempo de la vida se representa por la longitud de una cancha de fútbol, las algas ocuparían toda la distancia, los tiburones ¾ partes, los reptiles la mitad de la cancha, los mamíferos, cubrirían el último tercio, y los homínidos los últimos sesenta centímetros. Al homo sapiens, pequeña parte de este mundo, le tocarían apenas 15 centímetros de esa gran cancha.Los que menos tiempo tienen en la tierra, son los que la han puesto en peligro.Para que un modelo de desarrollo se considere sustentable y éticamente aceptable, no sólo debe poder mantenerse por sí mismo sin merma de los recursos existentes, sino que debe tomar en cuenta las necesidades vitales de todos incluyendo las de la Naturaleza.En México vivimos momentos de cambio en todos los ámbitos y es tiempo de retomar las valiosas aportaciones hechas por la bioética y otras ciencias afines, que hacen énfasis en el respeto a la dignidad inherente y la procuración del bienestar de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR