Informe de mudos

AutorFabrizio Mejía Madrid

La verdad es tediosa. La verdad es triste. La verdad es como escribió Ernesto Sábato en el prólogo al informe sobre los desaparecidos de la dictadura en Argentina: "Desde el momento del secuestro, la víctima perdía todos los derechos; privada de toda comunicación con el mundo exterior, confinada en lugares desconocidos, sometida a suplicios infernales, ignorante de su destino mediato o inmediato, susceptible de ser arrojada al río o al mar, con bloques de cemento en sus pies, o reducida a cenizas; seres que sin embargo no eran cosas, sino que conservaban atributos de la criatura humana: la sensibilidad para el tormento, la memoria de su madre o de su hijo o de su mujer, la infinita vergüenza por la violación en público; seres no sólo poseídos por esa infinita angustia y ese supremo pavor, sino, y quizás por eso mismo, guardando en algún rincón de su alma alguna descabellada esperanza".

¿Qué nos ha ocurrido cuando el anuncio de una fosa clandestina no nos cimbra? En La razón en la Historia, Hegel nos había profetizado a todos: "La razón no puede detenerse ante las heridas infligidas en los individuos, pues los objetivos particulares se diluyen en el objetivo universal". Ninguna religión contribuye más a justificar la sangre derramada como esa idea: los hombres son mortales pero no la Humanidad. Ese fue, balbuceado, el origen de humo de "la guerra contra el crimen organizado" en la Marcha Blanca "contra" la inseguridad de 2004, fundamento del imperativo presidencial de Felipe Calderón. Las tragedias eran "particulares" en la medida en que la paz -una serenidad de sillón frente a la tele- se desdoblaba como un manto protector. Se planteó como una "guerra" de dos bandos: el crimen y todos los que no pertenecían a él (se asumió que el Ejército, la Marina, y los miembros de la burocracia política no eran orquestadores). Las palabras "crimen organizado" no se anclan en nada, sino en todos. No son un hecho, sino una etiqueta. No se enlistan actos delictivos, sino que sólo se les exhibe con una palabra. Como membrete, el poder la usa para todo lo que se opone a la marcha por la seguridad mexicana. Las atrocidades cometidas no tienen que ver nada con una "guerra". Los cuerpos de los jóvenes -muchas mujeres- encontrados en las fosas ilegales por todo el país no son de "enemigos", sino de presas. Ellos y ellas no estaban en una confrontación, sino que se encontraron en una trampa. Para el poder son lo mismo un sicario del narco que una de estas...

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