El infierno en la carretera 236

AutorAlejandro Gutiérrez

MADRID.- En la carretera nacional 236 -que une a los pueblos portugueses de Figueiró dos Vinhos y Cas-tanheira de Pera- el escenario es apocalíptico: apilados, una docena de vehículos calcinados contienen en su interior los cuerpos carbonizados de unas 30 personas, muchos de ellos niños. La cinta asfáltica se encuentra fundida por el efecto del fuego. Troncos altos y grises, ya desramados, flanquean la tragedia.

Una de las víctimas es Rodrigo, de cuatro años, quien quedó atrapado con su tío Sidnel en el auto de éste, con quien pasaba unos días mientras sus padres estaban de luna de miel, según relató a la televisión portuguesa su abuelo, quien apenas podía articular las palabras.

Rodrigo y Sidnel están entre las primeras 24 víctimas identificadas por los incendios en Portugal, aunque hasta el jueves 22 la catástrofe había provocado la muerte de 64 personas (30 de ellas en la carretera 236) y lesiones a 204 más, algunas de ellas de gravedad.

La carretera 236 es estrecha, llena de curvas y desfiladeros. Atraviesa lo que eran bosques frondosos de verdes vibrantes, hoy convertidos en un escenario gris plomo por la densa capa de ceniza, el negro de los árboles reducidos a carbón y un penetrante olor a quemado.

Cuando las llamas empezaron a acercarse al pueblo de Nodeirinho, una aldea del municipio Pedrógao Grande, del distrito de Leiría, familias enteras decidieron subir a sus autos y salir a toda velocidad por ese camino convertido en una ratonera con las lenguas de fuego que los envolvieron en unos minutos por todos los ñancos.

Los periodistas que visitaron Nodeirinho, que perdió a 11 de sus 50 habitantes -calcinados o asfixiados-, dicen que huele a tizne y a muerte.

"Las puertas están cerradas, en las calles sólo hay autos carbonizados y no hay un solo animal callejero", relata un reportero de El País.

A las afueras del pueblo se encontró un vehículo donde las autoridades hallaron el cadáver de Bianca, una pequeña de cuatro años. Junto a ella se encontraban su abuela y su madre, Gina Antunes, a quien los servicios de emergencia encontraron con un hilo de vida. La trasladaron al hospital.

Tormenta de fuego

Todo comenzó la tarde del sábado 17 cuando la combinación de las altas temperaturas, un rayo provocado por una tormenta eléctrica y los fuertes vientos atlánticos desataron un fuego de una intensidad inimaginable en esta zona de Leiría, ya afectada por una intensa sequía.

El fuerte viento sirvió para crear lo que las autoridades llaman una "tormenta de fuego", que se expandió con tal rapidez que sorprendió a todos los vecinos.

La pareja formada por Ligia Sousa y Sergio Machado, con sus pequeños hijos de dos y cuatro años, originarios del municipio de Secávem, habían decidido pasar el fin de semana en...

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