La indignación espera respuestas

AutorOlga Pellicer

La respuesta gubernamental ha sido insuficiente. Se ha eludido con notable indiferencia explicar las causas del aumento en la gasolina que repercute, sin lugar a dudas, en los precios de muchos otros bienes y servicios. Por otra parte, se ha decidido un cambio en el gabinete que lleva a uno de los mejores amigos del presidente, Luis Videgaray, a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Semejante cercanía es un arma de dos filos. Videgaray ha tenido fuertes responsabilidades en el diseño y aplicación de un gobierno que, de acuerdo con las encuestas, tiene uno de los niveles más bajos de aceptación. ¿Sólo es responsabilidad del presidente o también de su equipo más cercano?

En estos días se cumplen dos años de la muerte de Julio Scherer García. Evocarlo nos ayuda a identificar los errores que han contribuido al desasosiego que hoy domina la vida nacional. En efecto, el descontento que invade a la mayoría de los mexicanos no es repentino. Se venía gestando desde hace más de 30 años, cuando tuvo lugar el claro distanciamiento entre la política gubernamental y las necesidades de la mayoría de la población: a partir de entonces el crecimiento económico se estancó en niveles inferiores a lo que requerían las necesidades de una población creciente, la capacidad adquisitiva de los salarios se deterioró, a pesar de la inversión en diversos programas sociales la pobreza no disminuyó y quedó atrapada en ella cerca de 50% de la población. El México desigual lo es todavía más en el siglo XXI.

En ese contexto, la gran contribución de Julio Scherer fue evitar que el discurso triunfalista del PRI o del PAN escabullera la profundidad de los problemas que persistían. Cada semana Proceso incomoda al poder recordando, desde el impacto de su portada, que paralelamente a los éxitos que proclama el gobierno hay muchos otros problemas que es necesario atender y embustes que es necesario desenmascarar. Esta evocación viene a cuento por la resistencia del actual grupo gobernante a explicar y explicarse lo que ha fallado en el gobierno de Peña Nieto a partir del último tercio de 2014.

Es irritante y patética la incapacidad del presidente y de su secretario de Hacienda para responder respecto de los motivos que obligaron a los incrementos en el precio de los combustibles. Una personalidad tan bien preparada como José Antonio Meade podría articular un buen discurso para transmitir los problemas internos y externos que lo hicieron inevitable. Eso implica, claro está...

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