La incierta transición de América Latina

AutorOlga Pellicer

Algunos observadores se han apresurado a predecir el colapso del populismo irresponsable y el movimiento pendular hacia un centro-derecha más racional que conducirá a la región a situaciones más favorables. Es pronto para afirmarlo. Sin duda, el socialismo del siglo XXI que con tanto fervor -y tantos petrodólares- proclamaba Hugo Chávez la década pasada, ha entrado a su ocaso; pero no ha desaparecido. Allí están Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua. Por otra parte, es difícil anticipar lo que ocurrirá en Colombia, enfrascada en un proceso de reconciliación interna cuyo éxito colocará nuevas coordenadas a la lucha partidaria. Perú es todavía un enigma. Con sus contratiempos, Michel Bachelet recupera estabilidad en Chile. En México, el fantasma de López Obrador recorre ya el ambiente electoral anticipado.

El caso de Argentina es la expresión concreta del giro hacia el centro-derecha. Hasta ahora, las cosas se mueven allí con prudencia porque los problemas económicos son graves y el mundo no ofrece las mejores condiciones para garantizar el éxito de un giro de 180 grados. En Brasil, es altamente probable que el próximo gobierno surja de las filas del partido socialista brasileño, decidido a revertir las acciones populistas de Lula. Pero no es seguro que Dilma deje el poder muy pronto. A pesar de su condición de "pato cojo", puede permanecer allí hasta el 2018. Mientras, son posibles muchas cosas.

Por lo que toca a Venezuela, la transición hacia un nuevo gobierno y la puesta en marcha de otro proyecto económico no es cuestión de días. Tiene ante sí múltiples obstáculos, empezando por el mantenimiento de la cohesión dentro de los diversos partidos que conforman la Mesa de Unidad Democrática (MUD), asunto que no es fácil. El combate para destituir al actual gobierno será muy duro y requiere de gran cautela para impedir el choque abierto entre el Legislativo y el Ejecutivo. Tal cautela es la condición sine qua non para evitar, como se ha logrado hasta ahora, que se desborde la violencia.

Las circunstancias anteriores, aunadas a los pronósticos de dificultades económicas y de crecimiento lento en la región, no auguran éxitos económicos a ningún dirigente, de izquierda o derecha. Enormemente vulnerable a los vaivenes de la economía internacional, la región tiene campos de maniobra limitados. El entierro del populismo puede ayudar, pero está lejos de resolver los problemas.

En el marco de esa transición compleja, una...

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