(In)seguridad Nacional: abuso y límite del poder militar

AutorErubiel Tirado

La violencia que persiste, acompañada de la impunidad imperante en el contexto de la pandemia que obliga al auxilio urgente, evidencia una realidad que niega el gobierno: no existe capacidad real de nuestros recursos militares ante una emergencia que involucra a todo el país y a todo el pueblo (en tanto componente esencial del Estado). Ante la necia incidencia criminal, que no disminuye pese al encierro social pandémico, una cosa es la voluntad política de abusar (incluso con débiles argumentos constitucionales) del recurso militar por partida doble: una Guardia Nacional en construcción y sacar soldados y marinos a las calles; y la posibilidad real de cumplir con la protección integral de la población, tanto en el ámbito de la seguridad como en el sanitario.

El gobierno no reconoce una característica estructural y paradójica: las Fuerzas Armadas, con una presencia física a lo largo y ancho del territorio nacional, con zonas y regiones militares, aéreas y navales, es incapaz de operar en forma eficaz e integral, abarcando a todo el país, ya sea para proteger a la población o mantener el orden público en una situación crítica de seguridad (si acaso, sólo para recabar información de calidad disímbola). Así se ha negado a actuar con los instrumentales estratégicos (de seguridad nacional) que le permitirían salvar más vidas que las que está sacrificando con sus actos y omisiones, en aras de una visión político-ideológica... y de una agenda oculta o poco clara en términos de poder faccioso.

Situación perniciosa: causa y/o efecto

La trayectoria de los números de incidencia delictiva, particularmente en la tasa de homicidios dolosos, tiende a ser aún mayor que la del año pasado. La pandemia y la parálisis de actividades económicas y productivas con el encierro semiobligado de la población (dejando al garete la conducción del país en el marco de un Estado federal que terminó provocando dispersión y desorganización en los tres niveles de gobierno), ofrece un resultado preocupante en términos de violencia: 1) se mantienen los índices criminógenos en lo que se refiere a homicidios, lesiones y secuestros en general; 2) tanto en el orden federal (Guardia Nacional y Fuerzas Armadas) como local (policías estatales y municipales) ha habido poca o nula efectividad en términos de prevención y contención de actividades delincuenciales, y 3) el crimen organizado y el narcotráfico se manifiestan, por un lado, con la disputa de territorios y, por otro, se consolida un patrón de "acción social" que debilita la hegemonía y legitimidad del Estado. Esto le hace perder "las mentes y...

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