Impunidad: obstáculo mayor

El simulador, escribe Octavio Paz en El laberinto de la soledad, está condenado a representar toda su vida porque entre su personaje y él se establece una complicidad que nada puede romper. La mentira se instala en su ser y se convierte en el fondo último de su personalidad. Al pretender engañar a los demás, el falsario se engaña a sí mismo.

En política, la simulación resulta especialmente ofensiva cuando trata de encubrir actos de corrupción de la casta gobernante. Es el caso de la inverosímil e incompleta investigación acerca del conflicto de interés en que incurrieron el presidente y el secretario de Hacienda en su oscura relación con el Grupo Higa, realizada por el titular de la Función Pública. La estrategia gubernamental para ocultar el uso ilegítimo del poder público en beneficio priuado (que es la definición más concisa de corrupción) significó un agravio adicional a la ciudadanía y tuvo un efecto opuesto al buscado: la condena social fue casi unánime. Se confirmó que Virgilio Andrade cumplió con la orden presidencial de eximirlo a él y a Luis Videgaray de toda responsabilidad mediante un montaje jurídico tan voluminoso como inútil. Una burla, una farsa.

El conocido apotegma fundacional del Grupo Atlacomulco, "Un político pobre es un pobre político", de la autoría del profesor Carlos Hank González, parece haberse convertido en precepto prioritario del gobierno actual. Dechado de cinismo, la frase del multimillonario político-empresario mexiquense es un llamado implícito a la corrupción, ejercida con sigilo y disimulo para evitar ser descubierto y, sobre todo, sancionado. Esa perversión de la moral pública reafirma su vigencia a pesar de los avances de la legislación y de las instituciones relacionadas con la transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción. Se sabe que la ley puede ser violada, ignorada o manipulada. La única norma inamovible es la impunidad en las altas esferas del poder político.

Lejos de ser un asunto cerrado como lo pretende el gobierno, quedan muchas interrogantes sin resolver acerca de la opaca relación entre el presidente y Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño del Grupo Higa, lo cual ha puesto en duda la honradez del mandatario dentro y fuera del país, aparte de erosionar aún más la tambaleante confianza en las instituciones del Estado.

En un discurso, Peña Nieto admite: "la confianza no la vamos a recuperar con discursos". También reconoce que "además de estar apegada a derecho, la conducta del...

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