La era del Imperio: el espacio y la comunidad

AutorSheldon S. Wolin
Páginas95-123
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III. LA ERA DEL IMPERIO:
EL ESPACIO Y LA COMUNIDAD
¿Llevarás a tus hijos a Tesalia y los privarás de la
ciudadanía ateniense?
PLATÓN
Soy ciudadano de Grecia.
LISIAS
Eres ciudadano del universo.
EPICTETO
LA CRISIS EN LO POLÍTICO
Los eruditos modernos han escrito mucho acerca del fracaso del pensamiento
político clásico para trascender la restringida unidad de la ciudad-Estado. Se
ha argumentado que las ideas de Platón y Aristóteles estaban tan íntimamente
unidas al sino de esta diminuta entidad política que, cuando la polis fue susti-
tuida por los grandes imperios de Macedonia y Roma, la estrechez de miras de
sus ideas quedó al descubierto: los supuestos acerca de la homogeneidad racial
de la población, el tamaño óptimo de la comunidad política y una estructura
social que permitiría a una pequeña parte de la población gozar del ocio sufi-
ciente para dedicarse a los asuntos políticos. No hay duda de que estas creen-
cias hicieron que el pensamiento político clásico pareciera irremediablemente
municipal en una época en que las condiciones de la existencia eran imperia-
les. Más tarde se hizo una imputación similar a Rousseau. Se le acusó de apo-
yar un modelo político basado en la ciudad-Estado ginebrina en un momento
en que la nación-Estado se imponía en todas partes. Sin embargo, tanto en el
caso de Rousseau como en el de Platón y Aristóteles, esta crítica fácil está equi-
vocada. Las preguntas esenciales planteadas por estos pensadores políticos eran:
¿hasta qué punto se podían extender los límites del espacio político, cuánta
dilución por el número de personas podía tolerar la idea de ciudadano partici-
pante y cuán insignificante tenía que ser el aspecto “público” de las decisiones
para que la asociación política dejara de ser política?
Visto de este modo, el pensamiento político de Platón y Aristóteles padecía
no tanto de localismo como de un carácter decididamente político. La asocia-
ción que ellos concebían era “política” por varias razones. Respondía a necesi-
dades que ninguna otra asociación podía satisfacer; reflejaba una parte de la
96 PRIMERA PARTE
vida del individuo que éste vivía en común con otros hombres; era un todo
constituido por las contribuciones mensurables hechas por sus miembros y,
por consiguiente, su calidad no era ni mejor ni peor que la de sus ciudadanos.
En síntesis, la asociación era política porque abordaba temas de interés común
y porque todos los miembros estaban involucrados en una vida común. Como
había señalado Aristóteles, era muy posible encerrar todo el Peloponeso con un
solo muro, pero esto no crearía una polis.1
Aun antes de la muerte de Aristóteles en 322 a.C., nuevas condiciones soca-
vaban el concepto clásico de lo “político”. El surgimiento del imperio macedo-
nio en el siglo IV inauguró una era de organización a gran escala, que más tarde
alcanzó su expresión cabal en el Estado mundial romano. Durante este perio-
do, la tradición del pensamiento político occidental sufrió una transformación
que dio como resultado cambios drásticos en los acentos de la filosofía política
clásica. Aparecieron nuevas prioridades, se redistribuyó el énfasis y los fenó-
menos políticos fueron contemplados desde una perspectiva alterada. No obs-
tante, el pensamiento político del periodo helenístico y romano retuvo muchos
elementos familiares. Se conservó el legado de Platón y Aristóteles, pero modi-
ficado; se estaba creando una tradición del pensamiento político.
Si bien es imposible un análisis integral de estos acontecimientos dentro de
los límites de nuestro estudio, el tema principal de la relación entre la política y
el pensamiento político puede ser aclarado haciendo hincapié en algunos pro-
blemas. El método que se seguirá será temático, más que cronológico. El pri-
mer problema escogido es la objeción revolucionaria al pensamiento político
planteada por el hecho de que la polis había dejado de ser la unidad política-
mente importante. Fue sofocada por gigantescas formas de Estado que care-
cían de los atributos de las sociedades fuertemente políticas y que, cuando se
les juzga según los cánones del pensamiento político clásico, parecen aberra-
ciones monstruosas. La creciente disparidad entre las nuevas realidades de la
vida política y los criterios políticos del pensamiento griego clásico provocó
una crisis intelectual que persistió hasta la llegada del cristianismo. A partir de
la época helenística, se intentó reiteradamente adaptar las categorías del pen-
samiento político a una situación sin precedentes en la cual multitudes de
hombres, dispersos en grandes extensiones y diferenciados por la raza y la cul-
tura, habían sido reunidos en una sola sociedad y gobernados por una sola au-
toridad. Esta continuidad de la preocupación por la naturaleza de lo político en
la edad del imperio se inicia con las teorías filosóficas del periodo helenístico y
llega a los escritores romanos de la era cristiana temprana.
El segundo problema general que escogí se refiere a la política de la Repú-
blica romana durante el periodo que va desde aproximadamente 150 a.C. al es-
tablecimiento del principado de Augusto en 27 a.C. La expansión de Roma des-
1 Política, III.3.5.1276 a. Todas las obras de Aristóteles y Platón fueron tomadas de la edición de
Gredos, Madrid, 2008.

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