La imagen de Nicaragua y los nicaragüenses en el primer texto utilizado en la enseñanza de la historia nacional

AutorGuillermo Fernández Ampié
CargoCandidato a Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Páginas303-322

Page 303

Introducción

La preocupación por la construcción de un discurso histórico que contribuyera a configurar el perfil de Nicaragua como una nación con características propias y un pasado particular, independiente de los otros fragmentos de la fenecida República Federal de Centroamérica se dio hasta en el último cuarto del siglo XIX, cuando el sueño unionista parecía haberse convertido en una quimera.1 Fue entonces que la elitePage 304en el poder dio los primeros pasos para difundir una interpretación del pasado y una visión del país orientados a cohesionar la sociedad nicaragüense y consolidar el carácter nacional del Estado. Uno de los primeros problemas a enfrentar en esa tarea fue en qué basar ese discurso histórico promotor del sentimiento de nacionalidad nicaragüense. El pequeño país centroamericano no contaba con la tradición de un pasado prehispánico glorioso como en el caso mexicano. Tampoco podía hacer gala de ninguna gesta independentista como la vivida en la Nueva España o Sudamérica, ni de próceres independentistas como Hidalgo, Bolívar o San Martín. La salida a este problema llegó de forma casi providencial cuando un ingeniero francés, Pablo Lévy, decidió escribir una obra para dar a conocer a Nicaragua en el exterior, la cual fue publicada en 1873. Al conocer el manuscrito, los ilustrados nicaragüenses de la época se entusiasmaron tanto que sugirieron al gobierno que lo designara como texto escolar para que los jóvenes estudiaran la geografía y la historia de su nación. A partir del análisis de este texto que ofrecemos en el presente ensayo, caracterizamos la visión y el concepto que las elites nicaragüenses en ese entonces tenían de su propio país, porque si bien fue escrito por un ciudadano francés, el hecho de haber sido designado por el gobierno como texto oficial refleja cuando menos alguna identificación y simpatía entre la forma en que el autor miraba a los nicaragüenses y las concepciones de la nación de estos grupos en el poder.

La publicación del primer texto utilizado en Nicaragua para la enseñanza de la Historia y la Geografía nacionales coincidió con las experiencias de otros países latinoamericanos, aunque en muchos de éstos fue notablemente diferente. La sincronía se dio durante el proceso de consolidación de los Estados Nacionales que en algunas latitudes —como en México, Chile o Argentina— lograron echar raíces más sólidas. En otras, como las pequeñas repúblicas centroamericanas,Page 305resultaron más endebles. Durante este proceso, que se profundizó a finales del siglo XIX, las escuelas se convirtieron en el principal medio con que las clases rectoras trataron de minimizar, cuando no desaparecer por completo, las diferencias culturales de los diversos grupos humanos existentes el territorio donde se estaba erigiendo el Estado. Al extender la educación básica a todo el territorio nacional, o por lo menos a los principales poblados, los centros de enseñanza funcionaron como “máquinas culturales”, según las denominó Beatriz Sarlo (1998), que tenían el propósito de “homogenizar” el pensamiento de los miembros más jóvenes de la sociedad. Así se fueron asentando las bases ideológicas de la unidad nacional que debería garantizar la cohesión social del Estado. Las herramientas fundamentales en la realización de esa tarea fueron (y siguen siendo) los cursos y los textos de historia patria o nacional, de ciencias sociales y los de civismo. En ellos se ofrecen los primeros y más importantes conceptos con los que los futuros ciudadanos empiezan a imaginar su nación, a identificarse con ella y a sentirse parte de ella.2 Por medio de esos textos aprenden a admirar y a respetar a los personajes históricos considerados padres fundadores de ese Estado-nación. También por ellos se asimila y memoriza los acontecimientos considerados fundamentales en la historia del grupo y decisivos en la constitución y consolidación de su nación; adquiriendo y consolidando así la conciencia histórica que se supone es compartida y es común a todo el colectivo, a toda la nación a la que se pertenece.3

Page 306

Por eso, uno de los principales objetivos de los primeros textos de historia nacional en las recién nacidas naciones hispanoamericanas fue la construcción de una imagen del pasado en la que los nacionales de esos países pudieran reconocerse y sentirse identificados. Con esa imagen del pasado, estos historiadores también hacían una importante contribución a la construcción de las nuevas naciones, como bien argumenta Fernando Devoto (1998). En un planteamiento similar al de Sarlo, este autor también asegura que la mayor parte de los intelectuales argentinos de la época (finales del siglo XIX) “creían que la principal tarea era utilizar la historia para construir a los argentinos a partir de esa masa heterogénea de inmigrantes…” (Devoto, 1998: 47), una idea que desde mediados de ese siglo compartían muchos historiadores europeos.

Además de construir esa imagen del pasado con la que se habrían de identificar los futuros ciudadanos, la enseñanza de las historias nacionales en las escuelas primarias también ha sido factor decisivo en la creación de la imagen que estos mismos ciudadanos se hacen de otros pueblos. Con estos dos elementos —la imagen del pasado del grupo al que se pertenece y la visión con que se contempla a los otros, los que no pertenecen al propio grupo— se redondea la concepción del mundo que las generaciones más pequeñas desarrollan en el transcurso de sus primeros años escolares. En un texto ya clásico, Marc Ferro sintetizó la importancia que en este aspecto tiene la enseñanza de la historia. “No nos engañemos —advierte el historiador francés al inicio de esta obra—, la imagen que tenemos de otros pueblos, y hasta de nosotros mismos, está asociada a la historia tal como se nos contó cuando éramos niños” (Ferro, 1990: 9).

Aunque comprendemos hacia dónde apunta el señalamiento de Ferro, su expresión pareciera hacer énfasis en la metodología de la enseñanza. Consideramos que también es necesario agregar y especificar que la imagen que tenemos de nosotros mismos y de otros pueblos se construye a partir de lo que se nos contó como historia cuando éramosPage 307pequeños. Por eso resulta común que, al crecer, muchos estudiantes “descubran” que las cosas —el pasado, el mundo, la historia— no fueron ni son como se las contaron. O mejor aún, que el relato que aprendieron como historia no era toda la historia, ni tenía los matices ni la riqueza que ésta contiene.

Muy relacionado con esto, en un período más reciente, autores como Olga Hoyos, Cristina del Barrio, Jorge Blanco y Florentino Castro, entre otros, realizaron estudios, especialmente en Colombia y en España, en los que analizan el papel de la enseñanza de la historia en la formación y fortalecimiento, entre los estudiantes más pequeños, de lo que se ha dado en llamar la “identidad nacional”, así como también consolidación de la memoria colectiva de grupos sociales y/o nacionales. Castro y Blanco (2006), tras analizar las diversas interpretaciones del pasado español —escritas por historiadores como Rafael Altamira, Cánovas del Castillo y Antonio Álvarez (autor de los textos escolares utilizados durante el franquismo)— llegan a la conclusión de que “la función básica de la historia es gestionar identidades”, y advierten que este hecho debe reconocerse y asumirse antes que otras consideraciones como el valor formativo de la disciplina o la manera en que debe enseñarse. En tanto que Hoyos y del Barrio, en 2006, por medio de encuestas y entrevistas a estudiantes de primaria en Colombia y España, demuestran que, en la medida en que crecen en edad y avanzan en los distintos niveles o grados escolares, los jóvenes estudiantes modifican o varían sus concepciones referidas a la patria, la nación, el nacionalismo o el ser colombiano o español. Aunque han abordado el tema desde perspectivas diferentes, los autores anteriormente citados resaltan la enorme importancia que revisten las escuelas y los textos escolares de historia patria o nacional, los de estudios sociales en su defecto, para generar, cultivar y alentar en las generaciones más jóvenes del Estado nacional el sentimiento de pertenencia al grupo (o a ese Estado Nacional), y de simpatías e identificación con los demás miembros del grupo imaginado del cual son miembros,4 así como al proyecto político que rige ese Estado.

Page 308

Al condensar la versión oficial de la historia de la comunidad nacional; es decir, la versión sobre el pasado del grupo patrocinada desde el Estado, esos textos están concebidos para que los niños aprendan a admirar y a respetar a los personajes históricos considerados los padresfundadores de ese Estado-nación; para que asimilen y memoricen los acontecimientos considerados fundamentales en la historia del grupo y decisivos en la constitución y consolidación de la nación; y para que desarrollen un sentido de solidaridad con los demás miembros del grupo nacional, es decir un sentido de identidad y pertenencia, despertando incluso un sentimiento de orgullo nacional. En última instancia parecieran escritos no para que los escolares conozcan la riqueza de la historia, con las múltiples interpretaciones, variantes y hasta contradicciones y complejidades, que como la vida misma contiene el pasado.

Pero los textos de historia nacional también son fuentes muy importantes para determinar la versión del pasado y la idea de nación que las elites en el poder han querido transmitir e imponer en determinados momentos y, por consiguiente, en una importante medida nos indican qué imagen de su propia nación se han construido las generaciones que han estudiado en esos textos.

Aunque los anteriores planteamientos teóricos se refieren a casos disímiles al nicaragüense y a un período mucho más reciente, resultan pertinentes para nuestro análisis porque, como hemos visto, resaltan la importancia de los textos escolares de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR