Estado e Iglesia:¿quién da más?

AutorBernardo Barranco V.

Ante la próxima visita de Benedicto XVI a México, ambos partidos registran y aun admiten el creciente peso político del clero que incide ya en el ánimo electoral; ceden también ante él, por conveniencia, temor o chantaje. ¿Por qué la libertad religiosa? Porque la agenda moral que ostenta la Iglesia (aborto, familia patriarcal y sexualidad) requiere una mayor facilidad de acción de sus representantes y de espacios de actuación institucional.

Esto es ir más allá de la libertad individual de creer o no. La libertad religiosa incluye la capacidad de maniobra societal y de acción política de la propia Iglesia. En una reveladora entrevista concedida a este semanario en 2006, Carlos Aguiar Retes, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, destapó la intención de la Iglesia para reformar el artículo 24 y reconoció que enfocaría su presión sobre el Poder Legislativo, fundamentalmente con los líderes de las bancadas.

"Hay que entrar en relación personal con ellos, porque muchos políticos piensan que, en materia de relaciones Iglesia-Estado, ya no hay nada qué hacer", dijo en esa ocasión (Proceso 1574).

El pragmatismo de la clase política mexicana es un factor de riesgo real, no sólo para la consolidación de la laicidad del Estado, sino para el desarrollo de la propia democracia en el país. Bajo la consigna del "realismo político" subyace el imperio del resultado electoral cortopla-cista que ha venido liquidando las identidades y tradiciones políticas. La búsqueda del todo para la siguiente elección se impone, así como la lógica de la codicia de los grupos por el poder, dispuestos a sacrificar raíces políticas y trayectorias ideológicas.

En ese rango nadie se salva. El mismo Emilio Chuayffet, quien se presume liberal, declaró a finales de noviembre pasado que quería lejos a los católicos: "No queremos que intervengan en la vida política porque sabemos cuán lejos pueden llegar". Semanas después se convirtió en el principal artífice de la reforma.

Ese gesto no pasó inadvertido para el diputado Porfirio Muñoz Ledo: "¿De cuando acá Chuayffet es tan católico?", declaró. Lo mismo puede decirse de otros actores, como Beatriz Paredes, sacudida por las feministas que le reprochan su complacencia por las reformas de 2009 que ahora tienen a muchas mujeres en la prisión.

También del perredista Pablo Gómez, magnánimo con las libertades de la Iglesia católica, quien apeló a una consigna de un grupo de la vieja izquierda; o de Emilio González Márquez, el...

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