Están identificados, pero nadie los detiene

AutorSara Pantoja

Desde el 1 de diciembre de 2012, cuando Enrique Peña Nieto rindió protesta como presidente de la República, las manifestaciones públicas en la Ciudad de México han estado acompañadas por la violencia.

Primero empiezan las provocaciones de los embozados contra los edificios de instituciones públicas y comercios; luego los policías capitalinos y federales comienzan a detener lo mismo a estudiantes -hombres y mujeres-, que a padres de familia, empleados, activistas, reporteros, para liberarlos después por falta de pruebas.

Las movilizaciones de las últimas semanas en demanda de la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzi-napa han estado infiltradas también por algunos rijosos y por ataques indiscriminados de los uniformados contra los jóvenes que se solidarizan con los estudiantes desaparecidos desde la madrugada del 27 de septiembre en Iguala. Las arbitrariedades abundan.

La noche del jueves 20, por ejemplo, los estudiantes universitarios Hugo Bautista Hernández y su novia Tania Ivonne Damián Rojas, Lawrence Maxwell, un doctorante de origen chileno, así como Atzin González Andrade, alumno de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, fueron detenidos por elementos de la Policía Federal en el Zócalo, al término de la megaconcentración.

Hasta la madrugada del sábado 22 aún permanecían en las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO)

El miércoles 5, unos 40 encapuchados incendiaron una unidad y la estación del Metrobús Ciudad Universitaria. Hubo dos detenidos, pero uno fue liberado al demostrar que no intervino en los hechos; el otro, de nombre Luis Fernando Sotelo Zambrano, fue declarado formalmente preso por ataques a las vías de comunicación y a la paz pública y daño en propiedad ajena, todos delitos graves.

El sábado 8,15 personas fueron detenidas luego de que un grupo de encapuchados incendió la puerta del Palacio Nacional al término de la marcha de la Acción Global por Ayotzinapa. Al día siguiente, la SEIDO los dejó en libertad al no poder comprobar que participaron en el hecho.

Y mientras en las dos últimas mega-marchas los grupos radicales pasaron de las pintas en monumentos al lanzamiento de bombas molotov, cohetones y piedras contra los granaderos, estos regresaron a las calles, lo que obligó a los manifestantes a subir a las redes sociales "manuales de seguridad" para detectar a los "infiltrados y provocadores" y protegerse de las...

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