La política exterior de Estados Unidos en el Medio Oriente

AutorDoris Musalem Rahal
Páginas167-183

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Introducción

En el mundo* de la Posguerra Fría, el sistema de las relaciones internacionales ha experimentado cambios sustanciales inaugurando nuevas maneras de hacer la política internacional. AcontecimientosPage 168como fueron la desintegración de la URSS, el surgimiento de conflictos étnicos inter e intranacionales y la integración económica de Europa han estimulado el debate de las teorías de las relaciones internacionales y de política exterior, ya que las premisas del realismo político que han dominado el análisis teórico de la política internacional desde la segunda guerra mundial (paz versus guerra, armamentismo, seguridad nacional, interés nacional, poder hegemónico, factores estratégico-militares, estatocentrismo) ya no son suficientes para explicar el mundo de la posguerra fría.

El cambio más importante —y que representa un anatema en la corriente del realismo político— ha sido que los norteamericanos, los europeos (incluidos los rusos) y los asiáticos del Este han desmilitarizado considerablemente sus relaciones mutuas y compiten únicamente desde el punto de vista económico si es que llega a existir competencia entre ellos. La guerra y la paz ya no son tema de debate y la preponderancia de la geoeconomía enfatiza el potencial para establecer relaciones de cooperación entre las naciones.

En este contexto los intereses nacionales y aún la seguridad nacional son definidos de un modo que trasciende los aspectos militares estratégicos, premisa fundamental de realismo político. (Sólo en ciertas regiones como es el caso del Medio Oriente donde persisten los conflictos territoriales, aún se puede decir que el factor geopolítico sigue dominando sobre el geoeconómico).

Según esta nueva posición las amenazas provienen de una multiplicidad de problemas que están más allá de la seguridad militar y que son igualmente importantes en la política mundial. El tráfico de drogas, inmigración, problemas ambientales, sida, pero por sobretodo el terrorismo internacional, estarían entre los problemas no militares más importantes percibidos por los distintos sectores sociales. La vida internacional se va haciendo más compleja y somos testigos de una proliferación de nuevos actores que trascienden las fronteras políticas, pues cada vez crecen los problemas que no tienen solución en el marco nacional. Ellos son por ejemplo las organizaciones internacionales, organizaciones trasnacionales, organizaciones no gubernamentales, corporaciones multinacionales, etc.

La preocupación por la seguridad nacional es reemplazada por la cooperación económica, el bienestar económico y la interdependencia, los cuales se ven como un camino viable hacia la paz (Walterstein, 1980).

Al mismo tiempo la ampliación de la agenda de intereses nacionales combinado con la tendencia hacia una mayor democracia en muchas partes del mundo, sugiere, en la tradición wilsoniana que las fuerzas internas, especialmente la opinión pública, moldearán la política exterior de manera positiva en el sentido de que contribuirán a la paz y estabilidad en política internacional.

De igual manera en el marco de los cambios que estamos percibiendo en el mundo de la posguerra fría, habría un reforzamiento de la ley internacional (Moyni-Page 168han, 1990; Burley, 1992) a pesar de que los teóricos del realismo político afirman que la legalidad internacional es sólo un instrumento al servicio de los poderosos (Morgenthau, 1985). Sin embargo, hay evidencias de que la mayoría de los estados voluntariamente se adhieren a la legalidad internacional. (Jones, 1991; Joryner, 1995)1

Estas nuevas realidades en el escenario mundial (paz, desarme, cooperación entre las naciones, democracia y respeto a la ley internacional) reviven las teorías liberales de política mundial; sin embargo, a pesar de los cambios que se han producido en ese sentido, hay ciertos hechos recientes que no se acomodan a dichas teorías.

Por ejemplo, frente al desarme de los poderosos presenciamos una acelerada carrera de armamento de destrucción masiva por parte de los poderes regionales (India, Irán, Israel, Pakistán, etc.) y mientras el peligro de una guerra apocalíptica entre las grandes potencias ha disminuido de una manera dramática, las guerras internas que no respetan la legalidad internacional y provocan la intervención militar de Estados Unidos en alianza con los países europeos, van cada vez en aumento.

De igual manera otro hecho que se aleja de las nuevas tendencias en las relaciones internacionales, es la aplicación por parte de las potencias occidentales de la legalidad internacional con una doble pauta de moralidad. Sólo en el caso de Iraq en su conflicto con Kuwait las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adquirieron un carácter coercitivo, hasta llegar al extremo de permitir en nombre de la legalidad internacional la destrucción del país; y lo más grave, es el sufrimiento humano al que ha estado sometida la población iraquí desde hace ocho años,2 por la imposibilidad de adquirir alimentos y medicinas debido al embargo petrolero al que está sujeto Iraq, a pesar de que el gobierno de Saddam Hussein ha cumplido con las condiciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU3. Por el contrario en el caso de Israel, quien durante treinta años ha violado las resoluciones de Naciones Unidas que le exigen la retirada de los territorios palestinos ocupados en la guerra de 1967, no ha recibido por parte del Organismo Internacional la mínima sanción; aún más, el enorme apoyo que anualmente recibe Israel por parte del gobierno norteamericano, el cual no se ha suspendido, le permite mantener la ocupación militar de PalestinaPage 170(véase p. 19 del texto). Esto muestra que el actual sistema de legalidad internacional es injusto, ya que es selectivo y discriminatorio.

Por otro lado, surgen nuevas amenazas y hechos de política mundial como son los ataques militares norteamericanos al supuesto terrorismo internacional, proveniente especialmente del mundo islámico. Fue el caso de los recientes ataques a Sudán y Afganistán a quienes se les responsabilizó por los atentados terroristas que sufrieron las embajadas norteamericanas de Kenia y Tanzania el pasado mes de agosto. Por más que el gobierno norteamericano reitere que estos hechos no representan una posición anti-islámica,4 la opinión pública del mundo islámico así lo percibe y esto puede llevar a una situación de confrontación con los países islámicos e inestabilidad a nivel mundial.

Por último, el surgimiento del fascismo en sus manifestaciones de racismo y xenofobia en el mundo entero, contradirían las nuevas tendencias de democratización y de pacificación de la sociedad internacional.

De este modo hay incertidumbre sobre qué factores determinarán la política internacional en el mediano plazo, ya que después de todo el fin de la Guerra Fría es un hecho relativamente reciente. Los enfoques que actualmente revisan los marcos teóricos para analizar los cambios en las Relaciones Internacionales, deberán tomar en cuenta, en esta nueva configuración de la política mundial, tanto elementos de los modelos del realismo político como elementos de las teorías liberales.

Lo que parece más plausible en este escenario de pos Guerra Fría es la consolidación del sistema unipolar que se caracteriza por la hegemonía política y militar de los Estados Unidos sobre el sistema político internacional, quedando definida como la única potencia global o superpotencia.5

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En esta nueva posición de potencia hegemónica, Estados Unidos enfrenta el problema del control mundial, el cual pretende asumir bajo el nombre de Nuevo Orden Mundial.

Frente a estos planteamientos de la política internacional analizamos los cambios que se observan en la posguerra Fría en una de las regiones más conflictivas del mundo: el Medio Oriente.

La política internacional de Estados Unidos en esta zona se caracteriza por el orden ahí impuesto para el control estratégico del petróleo y por el conflicto árabeisraelí y en particular por el conflicto palestino-israelí.

El apoyo que durante toda la Guerra Fría brindó Estados Unidos a Israel -—en detrimento de los derechos políticos y nacionales de los palestinos— se debió a que fue considerado una pieza estratégica para los intereses norteamericanos en el mundo árabe. Históricamente el orden político y económico impuesto por los Estados Unidos en el Medio Oriente se basó en el control del petróleo en el que la alianza estratégica con Israel tuvo un peso importante. En ciertos períodos de la historia de la región, Estados Unidos ha apoyado su política a través de alianzas tácticas, la mayo-ría de las veces conflictivas con países árabes (Arabia Saudita y Egipto) o no árabes (Irán) que jugaron el papel de garantes de los intereses norteamericanos en esta zona. No obstante, Israel identificado con el mundo occidental fue siempre considerado como el único aliado confiable de los Estados Unidos en Medio Oriente y por tanto su valor estratégico no era comparable a ningún país árabe o al de Irán.

Sin embargo, el derrumbe de la Unión Soviética que puso fin a la función de Israel como factor de contención del comunismo, la guerra del Golfo Pérsico que dejó de manifiesto el poco valor estratégico-militar de Israel para Estados Unidos en la región y por último la presencia militar permanente de Estados Unidos en el Golfo tuvieron como consecuencia que se diera un cambio fundamental en la política de Estados Unidos hacia el conflicto palestino-israelí, minimizando el papel militar de Israel en la región. Por el contrario, ahora se trata de implementar una política más equilibrada hacia el Medio Oriente en la que se enfatiza las relaciones con sus aliados árabes, donde el petróleo sigue siendo...

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