Valores políticos y preferencias electorales de las mujeres en el DF

AutorAnna M. Fernández Poncela
CargoProfesora-investigadora del Departamento de Política y Cultura de la UAM-X.
Páginas175-197

Page 175

Las actitudes de la ciudadanía ante la política y las elecciones es un tema muy en boga en los últimos tiempos, y cada vez más surgen preguntas y se ofrecen respuestas en torno a los valores y preferencias de la misma, básicamente a través de estudios de opinión y encuestas electorales. Las diferencias y las semejanzas, las sospechas o previsiones y las sorpresas, en cuanto a las apreciaciones y opiniones según sexo, es una perspectiva que toma fuerza, no en vano, por ejemplo, el padrón electoral cuenta con 53%Page 176de presencia femenina en el Distrito Federal, y cada vez más mujeres, aunque de forma lenta y gradual, acceden a los puestos de elección popular.

En este artículo vamos a analizar valores políticos y preferencias electorales de la población capitalina desde una perspectiva comparativa entre los sexos. Para ello se cuenta con los datos de una encuesta metropolitana preelectoral realizada en junio de 1997 por un grupo de profesores de la UAM-Iztapalapa.1

Algunas prevenciones metodológicas

Partimos de la clara conciencia de que la simple comparación entre uno y otro sexo es una posibilidad elegida aun a pesar de que las concepciones y pautas son diferentes, y por lo tanto el análisis y la interpretación de las respuestas a una misma pregunta estará de alguna manera y en alguna medida sesgada por la unicidad de esta última (Threlfall, 1982). Y es que existe la duda metodológica de que las escalas tradicionales que pretenden dar cuenta del mundo político e ideológico femenino, al ser originalmente creadas para la medición de un fenómeno social correspondiente a una realidad en la que las mujeres han estado mayoritariamente ausentes, sean capaces de proporcionar explicaciones de forma rigurosa (Orüz, 1987). Esto es, no sólo la teoría política no es neutra sino tampoco sus estudios empíricos, en el sentido de que no siempre se puede profundizar con rigurosidad en torno al significado profundo de la diferencia sexual (Pateman, 1988).

Page 177

De hecho, algunos autores pata el caso mexicano han demostrado cómo los indicadores convencionales de cultura política aplicados a la población femenina están por debajo de los que posee la masculina (Almond y Verba, 1963; Ai Camp, 1995). Todo esto es consecuencia seguramente de una apreciación y medición con sesgos masculinos. La aclaración o justificación a dicha situación no es que mujeres y hombres sean diferentes intrínsecamente, sino que su configuración social como sexo viene acompañada con desigualdades estructurales, tales como menores niveles de educación e ingreso generalmente, más allá de atribuciones psicológicas específicas (Pateman, 1990). Cuestiones éstas sobre las cuales daremos cuenta más adelante con relación al análisis que presentamos.

Es más, hay estudios que muestran que cuando las desigualdades sociales entre los sexos se acortan su plasmación en la percepción y el comportamiento electoral diferencial también disminuye. Incluso se afirma que la divergencia de actitudes y participación política y electoral entre hombres y mujeres tiende a reducirse, e incluso desaparecer en algunos casos, a medida que las mujeres igualan su actitud y actividad a la masculina, o que se consolidan procesos democráticos y, a medida también, que nuevas generaciones acceden a este espacio con mayores niveles educativos y en condiciones más equitativas con relación a los sexos (Ortiz, 1987; Instituto de la Mujer, 1988).

Investigaciones recientes en nuestro país muestran la enorme importancia de factores estructurales, tales como la educación y el ingreso, a la hora de ver, por ejemplo, las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a participación y cultura política. La mayoría de las mujeres presentan grados de escolaridad y percepciones económicas inferiores a los de la población masculina. Dichas variables son más significativas que el sexo, como explicativas de una actitud o conducta política; sin embargo, muchas veces no hay que obviar que son también coincidentes (Fernández Poncela, 1997).

Valores, apreciaciones y opiniones según sexo

Este apartado de análisis descriptivo se centra sobre actitudes de hombres y mujeres, como parte cognoscitiva de la cultura política (Almond y Verba, 1963).

Si bien aquí se han elegido únicamente una serie de interrogantes concretos de la encuesta para su análisis, conviene señalar cómo casi la mitad de la población con-Page 178sultada afirmó que la situación del DF es mala, y contestando la misma pregunta pero hacia el futuro dijo no saber o que seguiría igual. En cuanto al principal problema, éste es, sin lugar a dudas, para los habitantes de la ciudad, la seguridad, y sólo en segundo término el económico, al margen de la relación que pudiera establecerse entre ambos. Así las cosas vemos que se tiene un panorama, no digamos que pesimista, sino realista, pero que en todo caso muestra un estado de ánimo concreto entre los hombres y mujeres consultadas. Su situación personal y colectiva y la visión de la ciudad y su problemática es, en términos generales, negativa.

Las cuestiones seleccionadas bajo el tema de valores políticos para la elaboración de este texto se circunscriben al sentimiento de influencia sobre la vida política de la ciudad, la importancia del voto, qué tan democrático es el país, qué tan limpias considera que serán las elecciones del 6 de julio, y finalmente, el interés que tiene la persona encuestada por informarse respecto a los asuntos políticos.

En primer lugar, sobre el sentimiento de las personas en torno a su influencia en la vida política de la ciudad, consideran que poco 27.9% y nada 25% de la población total consultada. No se aprecian diferencias significativas entre hombres y mujeres, únicamente en la respuesta de no sabe, que aglutina sólo 4.3% del conjunto de la muestra; la comparación entre los sexos es interesante traerla a colación, ya que 76.5% son mujeres y 23.5% hombres. Esta característica coincide con las encuestas de abril y mayo; en esas muestras se observaba una pequeña diferencia en el sentido de que las mujeres parecen creer que pueden influir algo menos que los hombres. Se ha de señalar que también si se realiza una comparación entre los diferentes grupos etareos, son las personas de mayor edad las que se concentran en la respuesta no sé.2

En segundo lugar, en cuanto a la importancia de la consideración del voto. El conjunto de la población, 58.6% dijo que mucho, 51.4% de los hombres y 48.6% de las mujeres —estas últimas de todas las edades—, por lo que aquí tampoco se aprecian disparidades. Sin embargo, si pasamos al análisis de la diferencia por sexo en cada respuesta dada, veremos que en el regular y el poco hay algo más de mujeres que hombres y en la selección del nada a la inversa. En el no sabe, de 2.8% de la pobla-Page 179ción que se posicionó de esa manera, hay 77.3% mujeres ante 22.7% de población masculina. En las encuestas de abril y mayo, se apreciaba cómo las mujeres consideraban un poco menos importante el voto, pero la diferencia era mínima.3

En tercer lugar, la opinión sobre qué tan democrático es nuestro país, muestra cómo un tercio de las personas 30.9% consideran que nada y 28.4% que poco, los hombres en concreto 33.6% poco y nada 32.1%, y las mujeres 29.7% nada y regular 27%. Si observamos la actitud de ambos sexos en cada opción, veremos que en el mucho hay el doble de mujeres que hombres y en el regular, más de las primeras que de los segundos, pero al llegar al poco y nada, los términos se invierten y más hombres que mujeres se apuntan a dicha opción. El no sabe, nuevamente, el doble de mujeres que de hombres parece suscribirlo, pues de 8.5% de población que lo señala, 64.7% es femenina y 35.3% masculina. En todo caso, queda claro que algo más de mujeres que hombres consideran que viven en un país democrático. Esta misma tendencia ya venía marcada en las dos encuestas realizadas en los dos meses anteriores (cuadro 1).

En cuarto lugar, la pregunta sobre qué tan limpias considera la persona entrevistada que serán las elecciones del 6 de julio, casi a un mes de dicho evento, nos indica cómo el regular 30.8% —33.1% de hombres y 28.5% de mujeres— y el nada 24.6% —26% de los primeros y 23.3% de las segundas—, son los grados de respeto al voto más mencionados. Las opiniones masculinas y femeninas en esta ocasión corren en paralelo si vemos los totales de los porcentajes de ambos sexos que señalan cada opción. Al analizar respuesta por respuesta se observa cómo en el mucho y regular aparecen más hombres que mujeres, en el poco se igualan y en el nada vuelve a haber más población masculina.4 El no sabe representa en esta ocasión 13.9%, y porPage 180supuesto, el doble de mujeres 66.7% que hombres 33.3%, se decantan por dicha respuesta. Es más, si revisáramos por edades, las personas mayores en general se concentran en esa última opción y de forma específica las mujeres de mayor edad. En una comparación con las muestras de abril y mayo se observa cierta tendencia general a aumentar la consideración de la limpieza electoral a medida que pasan los meses; y en concreto respecto a las mujeres éstas se mostraban algo más desconfiadas que los hombres.

Cuadro 1

¿En su opinión que tan democrático es nuestro país?

[VER CUADRO EN PDF ADJUNTO]

Por último, e interrogada la población con relación al interés que tiene por informarse respecto a asuntos políticos, se contempla una diferencia entre los sexos, en el sentido de que las mujeres se manifiestan menos interesadas que los hombres, siguiendo también o coincidiendo plenamente con las opiniones dadas en los meses anteriores. Para junio, en concreto 29% de la población consultada dijo estar poco interesada y 26.5% regular, por su parte los hombres...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR