De Huachicoleros a Talamontes. La familia michoacana y el CJNG devoran el pulmón de la ciudad de México

AutorDavid Trujillo

Una guerra sangrienta ocurre a las puertas de la Ciudad de México. Lo que está en riesgo es el pulmón más grande de toda la metrópoli: el Bosque del Ajusco, en la alcaldía Tlalpan, al que en sólo tres años los talamontes le han devorado más de 4 mil hectáreas, de acuerdo con las denuncias de los habitantes del poblado de Topilejo, únicos defensores de toda aquella zona y quienes a sangre y fuego pelean por preservar los árboles.

Proceso ingresó a las entrañas de ese bosque, a donde ni siquiera las autoridades llegan, ahí donde los talamontes dejan amenazas sobre los troncos ya talados y queman las casetas de vigilancia; es aqui donde la Guardia Nacional (GN) o el Ejército brillan por su ausencia. La devastación es evidente. De aquel frondoso lugar repleto de pinos, encinos, robles y otras maderas preciosas ya casi no queda nada. Desde las alturas se aprecia la destrucción.

A condición del anonimato, los comuneros de Topilejo advierten que a ese ritmo en otros cuatro años no quedará nada del bosque, pues cada día se extraen de manera ilegal poco más de 30 toneladas de madera, lo que genera ganancias de 500 mil pesos.

El recurso que los talamontes extraen de ese lugar se vende en aserraderos, o incluso es comprado por empresas de muebles ya establecidas; entonces, el negocio es redondo pues lo adquieren a un precio más bajo del establecido en el mercado y, en cuestión de horas, no queda evidencia del delito.

La vigilancia de los bosques es una labor de alto riesgo. Los comuneros se organizan para salir de noche, en la madrugada o a cualquier hora del día; están solos y desarmados; y ante la nula respuesta de las policías locales y federales, los cuidadores salen protegidos únicamente con la bendición de sus esposas.

Estas personas que arriesgan su vida salen en montón a patrullar las brechas y los kilómetros donde ellos consideran que pueden estar los talamontes; sólo así, "en parvada", suelen engañar a los agresores e, incluso, "asustarlos un poco".

"El problema es que a nadie parece importarle el bosque, no están tomando en cuenta que el próximo año se van a venir muchos incendios, que nos vamos a quedar sin aire limpio; y no sólo eso, no están viendo a futuro, qué le vamos a dejar a nuestros hijos.

"Hacemos lo que podemos, pero ellos (los talamontes) están armados, nos disparan con cuernos de chivo, tienen sierras, camionetas grandes, vienen drogados; hemos encontrado cristal, coca y cosas que los hacen muy peligrosos.

"Con el dinero que...

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