El horizonte del país

AutorJavier Sicilia

Si lo vemos desde el entusiasmo de la clase política, que vive en el onanismo de su percepción, el futuro es prominente. Está lleno de modernización, de reformas fundamentales para la salud del país, de riqueza, de inserción en los mercados globales. Si, en cambio, lo vemos desde la realidad, es decir, desde la experiencia de todos los días, el horizonte está tan enrarecido como el aire de la Ciudad de México. Día con día, más allá de la atmósfera virtual creada por los políticos, los mexicanos nos enfrentamos con un callejón tapiado por el crimen organizado, las redes de impunidad del Estado, los poderes fácti-cos y una clase política anodina, arrogante, corrupta y profundamente disfuncional. Las reformas estructurales, hechas y aprobadas al vapor, sin consultar a la ciudadanía, bajo la complacencia de una cámara de legisladores bovina y obediente -como lo marca la tradición del antiguo régimen- a los dictados del garañón de Los Pinos, "del hombre que no se equivoca" -como suelen decirlo sus más serviles-, no son más que otras tantas contribuciones a ese complejo y espantoso entramado de la violencia y el crimen.

Desde hace mucho tiempo la política en México no ha sido más que un pacto tácito y siniestro con las fuerzas de la delincuencia. Mientras el PRI y el PAN, atrofiados por su onanismo, celebran con bombo y platillo unas reformas criminales, y la "izquierda", atrofiada y dividida por un puritanismo hipócrita, se desgarra -en un show de la castración y la impotencia- las vestiduras, el país continúa ratificando ese pacto con asesinatos, fosas clandestinas, desapariciones, secuestros, autodefensas de todo cuño, violencia, indefensión, miseria y miedo. Debajo de la alfombra del show de la política que cree -como si se tratara de nuevos pueblos Potemkin- que el espectáculo virtual cambia la realidad, lo que en verdad existe es un horizonte tapiado por las mil formas de la muerte, de la corrupción y de la impunidad. La reserva moral del país -esa que se unió y manifestó durante el levantamiento za-patista, las movilizaciones del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) y del Yo Soy 132, y que por momentos trazó rutas de cambio- se encuentra hoy dividida, desconcertada, atrapada en las insidias, las sospechas, los asambleísmos y las disputas por los liderazgos.

Nada hay en el horizonte que nos permita abrigar esperanzas. El que miramos desde el año viejo hacia el año nuevo es más denso que el de ayer.

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