La hora de Fox

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Cuando Carlos Salinas de Gortari estaba a punto de concluir su sexenio, Ernesto Zedillo, presidente electo del país, advirtió la gran cantidad de problemas que heredaría de su antecesor. Se cuenta que, entonces, le pidió que devaluara el peso, a lo cual Salinas no accedió. El interés del presidente era convertirse en director de la O.M.C. y supuso que una devaluación dañaría su imagen pública. Por ello, no devaluó. Zedillo tuvo que enfrentar dos años complicadísimos: del error de diciembre a la renuncia del Secretario de Hacienda y de la posibilidad de una suspensión de pagos a la intervención directa del Presidente de Estados Unidos, todo fue amargo en los comienzos de su sexenio.

Zedillo -hombre rencoroso a decir de Salinas- nunca perdonó a su antecesor no haber asumido su responsabilidad cuando tenía que haberlo hecho. Así, Salinas vio a su hermano ir a dar a la cárcel y su prestigio personal convertido en añicos. Peor todavía: no logró la presidencia de la O.M.C.

A finales de este sexenio, Vicente Fox enfrenta una situación semejante: ¿En aras de su prestigio de hombre de paz va a dejar Oaxaca incendiada? ¿Para cuidar su imagen de paladín de la democracia va a ignorar la violencia que se ha desatado en el norte del país, Guerrero y Michoacán? ¿Con tal de que se le siga viendo como hombre bueno -aunque ineficaz- va a tolerar que los perredistas impidan a Calderón que asuma la presidencia el 1° de diciembre, tal y como han asegurado que lo harán?

Fox ha confesado que sueña con retirarse a descansar a su rancho -ya incluso inició pláticas con algunos editores para ver cuánto le pueden pagar por sus memorias- y este retiro no sería tan simple si lo persigue el aura de "represor". Por eso, mirar tranquilamente cómo se desarrollan los conflictos sin que él intervenga para no ensuciarse las manos es la posición más sencilla.

Pero asumirla, tiene costos. Costos para Felipe Calderón, pero también para él. Sobre todo, cuando Calderón, en cuanto foro tiene a su alcance, ha declarado que la democracia implica mayoría de votos antes que un consenso con miras a lograr la unanimidad. Algunos integrantes de su equipo más próximo han insinuado que es a Fox a quien toca resolver ciertos problemas. No quieren que el presidente forme comisiones y alargue los conflictos: exigen que los resuelva. "Cumplir y hacer cumplir la Constitución", ha repetido Calderón una y otra vez, "es para lo que se elige a un presidente" ¿Lo dirá anticipando su propia...

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