"El hombre de la Mancha"

AutorEstela Leñero Franco

El personaje del Quijote nos devuelve, si no la esperanza, sí por lo menos el anhelo de vivir en un mundo mejor. El Quijote tiene que construir un mundo imaginario para poder luchar por su ideal, porque en el que estamos la injusticia, el dolor, la perversión del dinero, el abuso y la maldad, es lo que predominan.

La metáfora del Quijote es tan poderosa que ha trascendido todos los tiempos y todos los países. Nuevamente vibramos con este personaje, en un musical que hace 50 años se estrenó en Broadway y que en nuestro país hemos visto en varias ocasiones pero no tan imponentes como esta propuesta. Claro que es difícil remontarnos a la excelente y recordada de los setenta -porque la emoción gana a la memoria y las condiciones teatrales eran otras-, dirigida por Manolo Fábregas y protagonizada por Claudio Brooky Nati Mistral, convertida en un referente del teatro musical en nuestro país, donde prevalece el drama más que la comedia.

El hombre de la Mancha, estrenada el mes pasado, nos revela contenidos, propuestas visuales, actorales y musicales sorprendentes. Una gran propuesta el vestuario de Violeta Rojas, cercano a la plástica de Murillo y Goya, y la escenografía de Jorge Ballina, en la que reproduce un calabozo al que se baja con puentes móviles y al cual llevan a Cervantes antes de ser juzgado por la Inquisición. En este calabozo, sus compañeros de prisión le quitan su manuscrito y lo someten ajuicio. Cervantes y su sirviente, en su defensa, se disfrazan y transforman en Don Quijote y Sancho Panza, y escenifican algunos episodios con la participación de los prisioneros para recuperar sus pertenencias.

Mauricio García Lozano elige, acertadamente...

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