Las Hazañas de los Hijos del Sol

AutorArturo Capdevila
Páginas46-52
LAS HAZAÑAS DE LOS HIJOS DEL SOL
ARTURO CAPDEVILA
ranse unos tiempos de rígidas normas. Toda insignia como
toda institución, se autorizaba en supersticiosas imposi-
ciones del pasado.
Porque un día un personaje más o menos mítico se dio 450
vueltas a la cabeza con una larga cinta —el “llautu”— el inca
la usa como emblema real. Por razón parecida se añade el
“mascapaycha”, o sea el fleco purpúreo. Por una causa análoga
se adorna la frente con las plumas sagradas del “coraquenque”,
el divino pájaro de la montaña, el ave fabulosa, de la cual se
decía que a la muerte de un hijo del sol, bajaba sumisa a las
manos del gran sacerdote y se dejaba arrancar dos plumas, una
de cada ala —blanca la una, negra la otra— para las sienes del
heredero.
Váyase notando cómo estos detalles se acomodan siempre
a las fórmulas propias de la religión solar; una religión sincera
y veraz, fundada en el amor a la naturaleza.
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AMÉ RIC A
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