El hambre llega a los territorios cocaleros

AutorRafael Croda

Piamonte, Cauca.— Juan Carlos, un campesino cocalero colombiano que tiene un sembradío de dos hectáreas de hoja de coca en el suroccidental departamento del Cauca, se queja de que el negocio "no da más". Dice que los precios de la pasta base de cocaína están "por el suelo". Apenas en septiembre pasado vendía el kilo de ese producto en tres millones y medio de pesos colombianos, unos 742 dólares. Desde entonces, el precio ha caído en 31%. "Estamos vendiendo (la pasta base) a dos cuatrocientos (dos millones 400 mil pesos) el kilo. Así no estamos en nada porque igual hay que pagar trabajadores y uno queda sin plata", sostiene Juan Carlos. Este campesino, uno de los eslabones más débiles de la cadena del narcotráfico, asegura que el año pasado registró utilidades netas por unos 50 millones de pesos colombianos, unos 12 mil dólares, lo que en este país equivale a tres salarios mínimos mensuales. "Este año no voy a llegar a 30 millones (de pesos en utilidades)", asegura. Esa suma representa 2.3 salarios mínimos mensuales de 2023. Juan Carlos dice que hay tanta producción de hoja de coca en esta región del suroccidente colombiano que los compradores —estructuras armadas ilegales que comercializan la droga con los cárteles trasnacionales— "pagan como quieren". La situación es parecida en varias regiones cocaleras de Colombia. Es un secreto a voces que, ante la contracción del mercado de la coca, las bandas criminales colombianas están "encaletando" (ocultando) toneladas de clorhidrato de cocaína en las selvas y en manglares del país, en espera de tiempos mejores. "Eso lo pueden hacer los grandes (narcotraficantes), los que tienen tratos con los mexicanos. Nosotros, como campesinos, vivimos al día", asegura Juan Carlos. La situación de este productor cocalero y de miles más como él en Colombia es el resultado de una reconfiguración global del mercado de la cocaína, un fenómeno que responde a múltiples factores. Además del alza de la producción de hoja de coca en Colombia, está aumentando la producción en Perú. Y si bien está creciendo la demanda de cocaína en Europa y Asia, los principales beneficiarios de esta situación son los productores cocaleros de Perú y Bolivia. "Estamos viendo un cambio en la geopolítica del negocio del narcotráfico. Mientras que Estados Unidos mantiene una demanda estable, hay un crecimiento del consumo en Europa, Asia y Australia. Esto ha fortalecido las rutas por Brasil y Ecuador y el papel de Perú y Bolivia como países...

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