Lo que hagas, hazlo bien

AutorLuis Alberto Sierra

PUERTO CAIMITO, PANAMÁ.- El día que Mariano Rivera partió de este poblado, donde la miseria se asoma en cada esquina, se fue como el simple hijo de un pescador local que iba a buscar fortuna en el béisbol de Estados Unidos.

La familia Rivera no había salido del asombro de ver en sus manos el cheque por 3 mil dólares que la directiva de los Yanquis de Nueva York le dio a Mariano como bono por firmar un contrato de ligas menores cuando tuvieron que decirle adiós.

"Anda a ver qué pasa -le dijo su padre al muchacho que partió de casa a los 21 años-. Y lo que hagas, hazlo bien".

El jugador prospecto salió de su país sin saber inglés, con huecos en los bolsillos y la pálida ilusión de enfundarse un uniforme a rayas.

"Le dieron ese bono y se fue a Estados Unidos con lo único que tenía: una mano adelante y otra atrás", recuerda Alberto Rivera, primo del lanzador de los Yanquis que este fin se semana se retira del béisbol.

"Me dijo: 'Primo, no tengo ni una manilla (guante)'. Y yo le di una que tenía. Creo que hasta la fecha la conserva porque fue la primera manilla que usó como profesional."

Para hablar con los Rivera no hace falta ni hacer cita. Basta con subirse a un coche y recorrer unos 50 kilómetros en línea recta hacia el oeste de la capital panameña.

Todo en Puerto Caimito tiene que ver con la pesca, con los camarones y sardinas que los pobladores sacan de las aguas del Pacífico. Se avista una pequeña iglesia, donde Rivera se ha hincado quién sabe cuántas veces para dar gracias. La in-faltable escuelita y ninguna otra actividad diferente a la pesca.

La casa de Mariano Rivera destaca por lo bonita y amplia. A unos metros viven los papas del pelotero, Mariano y Delia, que no están porque se fueron de viaje a acompañar a su hijo en su adiós a los diamantes.

Delia, la mayor de cuatro hermanos, todavía se acuerda que el béisbol no estaba en los planes de Mariano, "pero sí en los de Dios", asegura. Su hermanito no se cuenta entre todos esos peloteros latinos que sueñan con los ojos abiertos conjugar en las Ligas Mayores.

"Era muy inquieto. Jugaba baloncesto y fútbol, pero no manifestaba para nada que quisiera ser jugador de béisbol. Todo era por juego, puro entretenimiento."

A Alberto Rivera se le ilumina el rostro cuando narra que la mejor puntería con la honda la tenía su primo Mariano, quien presumía dotes de cazador. "Muchas veces mis tíos le daban rejo (cintarazos), lo castigaban con la correa. Parecía un lince huyéndole al rejo", dice entre...

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