Hagamos un trato

AutorTom Verducci

Sports Illustrated

Ahora ya sabemos lo que traen entre manos. No tenemos más interés en apoyar sus recurrentes contratiempos laborales del que tenemos en una pelea de box de "celebridades" entre Tonya Harding (ex patinadora artística que mandó golpear a una rival para sacarla de la competencia) y Paula Jones (elemento del escándalo sexual del ex Presidente de Estados Unidos Bill Clinton).

No queremos oír tus tristes aullidos, Drayton McLane, cuando amenazas con vender a tus Astros de Houston si no se instala un nuevo sistema económico. Este es el sistema al que pagaste por pertenecer; uno no puede quejarse sobre los pagos hipotecarios después de que estuvo de acuerdo en comprar la casa.

Y no queremos oírte, Barry Bonds, asegurando con desfachatez que si se van a la huelga, regresaremos corriendo rápidamente en busca de un acuerdo con nuestros corazones y carteras bien abiertos.

Hemos observado a las dos partes, beisbolistas y dueños de equipos, jugar este juego de ver quién es "gallina" durante más de un año, dirigiéndose a todas luces hacia el noveno paro laboral en 30 años. Las diligentes y constructivas sesiones de negociación de la semana pasada fueron alentadoras hasta cierto punto, aunque muy atrasadas. Pero a menos que haya un rápido movimiento hacia un acuerdo, ustedes, beisbolistas, fijarán una fecha dentro de las próximas seis semanas para que estalle la huelga y empezará de nuevo la jihad (guerra santa).

Sin embargo, sabemos que esta vez es diferente. Sabemos que con los paros laborales, como con las cirugías de rodilla, la probabilidad de recuperación disminuye en cada ocasión. Por ejemplo, el beisbol recibió un golpe inmediato de una caída del 20 por ciento en la asistencia del público después de la huelga de 1994-1995 y no se ha recuperado completamente. A pesar de los frecuentemente escuchados plañidos de que Cal Ripken Jr., Mark McGwire y Sammy Sosa "salvaron" al beisbol después de esa huelga, el beisbol nunca ha regresado a su índice de asistencia de 1993, aun con la ayuda de una floreciente economía de los años 90.

¿El panorama económico actual? Es lo suficientemente oscuro para que un jardinero promedio con un bateo ligero termine de leer el boletín económico Robb Report y piense dos veces antes de comprar ese yate.

Sin embargo, he aquí la razón más importante por la que tenemos cero tolerancia para su más reciente marcha hacia el olvido: sabemos que están tentadoramente cerca de un acuerdo. Si tomaran una jeringa -para utilizar una analogía que entienda el beisbolista moderno- y del proceso de negociación drenaran el veneno y la desconfianza, les quedarían las hechuras de un...

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