Hackeo ético. Primera parte

AutorBeatriz Castelán García
CargoDirectora General de Auditoría de la Contraloría General del Gobierno del D.F.
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Todos hemos oído y algunos, inclusive, hemos sufrido los efectos de la acción de los denominados hackers, por lo que este término no es ajeno cuando se refiere a alguien capaz de manejar, descubrir y manipular el software y los componentes electrónicos, con fines maliciosos que causen problemas en los sistemas, provocando alguna modificación, borrado o pérdida de información; y con ello, obtener una satisfacción personal -el deseo de "poder intervenir e interferir"-, dinero, venganza o fama, a veces internacional. Aunque el hacker, en términos estrictamente técnicos podría ser una "buena persona", en general se identifica como alguien indeseable, por la connotación negativa de sus acciones conocidas, a quien también suele llamársele cracker (criminal hacker), de ahí que surga la necesidad de protegerse contra su acción.

Si la acción del hacker se fundamenta en sus habilidades técnicas y capacidades prácticas para el manejo de la tecnología, con el objeto de aprovechar, antes que nadie, las debilidades de seguridad de las redes y sistemas de la organización, por medio del acceso a sus recursos de información, debemos plantear la posibilidad de enfrentar el problema de manera anticipada. Esto significa, dar el primer paso para estudiar, analizar y tomar conciencia de las vulnerabilidades propias de nuestra infraestructura de tecnología de información; y quién mejor para contribuir a esta "visión-acción", pero en un sentido de "valor-ayuda" a favor de la organización, que un hacker aliado, es decir un hacker ético.

En esta combinación de realidades, surge la acción del denominado hackeo ético, el cual persigue la realización de pruebas de penetración...

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