La guerra de los niños

AutorBeatriz Lecumberri

JERUSALÉN.- La calle de tierra está inundada de carteles con la fotografía de Hadil Awad, algunos ya desgarrados y descoloridos por la lluvia y el viento. La adolescente de 14 años convertida en shahid (mártir) aparece con el cabello cubierto con un velo negro y una sonrisa infantil. Es duro mirarla y recordar la violencia de su muerte. Es sólo una niña. Siguiendo las imágenes, se llega fácilmente hasta la puerta de la casa familiar en la ciudad palestina de Qalandia, cerca de Ramallah y a escasos metros del asfixiante muro de hormigón que Israel ha construido en los últimos 12 años en torno a Cisjordania. Es un humilde edificio de tres pisos, con puertas y ventanas desvencijadas, convertido en una especié de altar en recuerdo de Hadil y su hermano Mahmud, fallecido en 2013 tras recibir un disparo en la cabeza durante enfrentamien-tos con el ejército israelí.

La tristeza que invadía a la familia tras su muerte se instaló definitivamente entre las cuatro paredes de la casa tras el deceso de Hadil, el 23 de noviembre de 2015. La adolescente fue acribillada y murió en el acto después de haber intentado atacar a varias personas con unas tijeras y haber herido levemente a una en la calle Jaffa, en pleno corazón de Jerusalén. Hadil iba acompañada de su prima, Noura, de 16 años, que resultó herida y está presa en una cárcel del norte de Israel.

"Se levantó temprano como cada mañana, comió sus cereales, me pidió 100 shefeels (unos 25 dólares) porque quería comprarse un gorro. Y se fue a la escuela, con su uniforme. La mataron con el uniforme de la escuela. ¿Se da cuenta?", piensa en voz alta su madre, Maliha Awad. "Yo fui a Ramallah a hacer unas compras y mi cuñada me llamó y me dijo: 'Vuelve porque las chicas no han ido a la escuela y parece que ha habido dos jóvenes que han cometido un ataque en la calle Jaffa'. No podía creer que fueran ellas, no lo podía creer. Cuando vi el video del ataque en la televisión reconocí a mi hija por los zapatos. Perdí la cabeza", solloza.

Desde hace tres meses esta mujer de 56 años, viuda y madre de otros siete hijos, repasa la fatídica jornada. Intenta encontrar una señal que dé algún sentido a lo ocurrido, una razón que justifique por qué su hija fue a Jerusalén e intentó perpetrar un ataque contra israelíes.

Las imágenes grabadas por la cámara de seguridad de la calle muestran claramente a las dos jóvenes blandiendo unas tijeras en dirección de varios peatones aunque sus gestos muestren más miedo que aplomo.

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