Guerra de concepciones

AutorMarta Lamas

La paridad es la vía que las democracias más avanzadas han implemen-tado para garantizar una proporcionalidad entre hombres y mujeres en los espacios donde son tomadas las decisiones públicas. La composición sexuada de la población (V2 de mujeres y V2 de hombres) es paritaria y, por lo tanto, una representación justa debería ser la de V2 mujeres y V2 hombres. Así de sencillo. Justamente por ese equilibrio demográfico de la diferencia sexual es que se puede otorgar paridad política, mientras que las demás diferencias humanas son de otro orden: en ninguna parte hay V2 de indígenas y V2 de mestizos, o V2 de católicos y V2 de ateos, o V2 de homosexuales y V2 de heterosexuales.

En México, como en el resto del mundo, las mujeres están subrepresentadas en el gobierno y en el Congreso. Esto no se debe a la inexistencia de mujeres capaces de dirigir nuestras instituciones políticas, sino a que el poder político trabaja para perpetuarse a sí mismo y desde hace tiempo lo que se ha estado reproduciendo es un esquema patriarcal. Por eso las mujeres políticas, acompañadas de algunos hombres progresistas, han venido pugnando desde hace años por un mecanismo que fortalezca la presencia femenina en las instituciones con responsabilidad pública.

Las reacciones, como se ha podido ver en estos días, son adversas cuando se afecta el monopolio masculino de la política: desde alegatos sobre lo discriminatorio que es "imponer cuotas", hasta exabruptos furiosos de quienes "pierden" lugares que ya consideraban propios. Tal vez lo más sorprendente sea la amplia ignorancia que se ha manifestado sobre el sentido de la acción afirmativa: acelerar el proceso de igualación política entre mujeres y hombres. La igualdad sustantiva requiere no sólo igualdad de oportunidades y de trato, sino que implica obtener igualdad de resultados. Se empieza por corregir la representación insuficiente de las mujeres, pero para alcanzar la igualdad de resultados no sólo se debe garantizar cierta cantidad de mujeres en las listas, sino también colocarlas en distritos ganadores para que el resultado de la elección arroje un número similar de mujeres y hombres. ¡Pero cómo, quieren todo!, exclaman furibundos algunos hombres. No -responden las mujeres-, sólo queremos lo que nos corresponde. Somos la mitad de la población, nos toca la mitad de la representación.

Las acciones...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR