Guatemala, la frágil esperanza

AutorOlga Pellicer

Dentro de ese ambiente, la campaña electoral tuvo características fuera de lo común. El ánimo de los votantes se inclinó en contra de los políticos tradicionales, asociados todos ellos a la corrupción, y favoreció ampliamente a una figura inopinada: Jimmy Morales, un cómico evangelista de tendencias conservadoras que recibió el apoyo de un pequeño partido que sólo tenía 7% de escaños en el Parlamento y que está formado por antiguos militares de dudosa reputación en lo tocante a los derechos humanos.

Un factor que contribuyó a la popularidad de Morales fue la sencillez de su mensaje, resumido en una sola proclama: "No soy corrupto ni ladrón". Ambos deslindes tuvieron el efecto de distanciarlo de una clase política desprestigiada y de convertirlo en el portador de una esperanza para la renovación política. Jimmy Morales arrasó con 67% de los votos, contra 32% de su contendiente más cercana. Aunque la asistencia a las urnas fue menor a la verificada en la primera vuelta electoral, hubo una asistencia de 56%, considerada aceptable en dicha etapa.

Se puede prever que la corrupción permanecerá como una acusación recurrente de la sociedad guatemalteca. Para confirmarlo cabe hacer notar que se ha prolongado casi indefinidamente la presencia de la CIGIG. Hay rumores provenientes de fuentes confiables en el sentido de que Estados Unidos habría condicionado su ayuda económica a Guatemala con el mantenimiento de la mencionada comisión. Cierto que la lucha contra la corrupción es un punto de partida ineludible para corregir los defectos más sobresalientes de la vida económica y política de ese país. Sin embargo, sería un error verla como la mejor esperanza para salir de la situación tan agobiante en que se encuentran tanto Guatemala como los otros dos países del llamado Triángulo del Norte, Honduras y El Salvador.

Guatemala es una nación con índices de crecimiento del PIB relativamente buenos, pero plagada de problemas sociales y políticos; figura entre los países más violentos del mundo y es enormemente desigual. El 56% de la población se encuentra en estado de pobreza, con elevados índices de malnutrición infantil y amplios sectores marginados en zonas que resienten un tejido social muy precario, debido en parte a la migración que rompe la unidad familiar, en parte al pandillerismo frecuentemente asociado al crimen organizado. La debilidad de las instituciones encargadas de la seguridad y la administración de justicia es notoria. La corrupción permea...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR