Guadalupe Loaeza/ Café con nostalgia

AutorGuadalupe Loaeza

"El café debe ser negro como el infierno, fuerte como la muerte y dulce como el amor".

Proverbio Turco

"Yo quisiera ser agua y que en mis olas/que en mis olas vinieras a bañarte/ para poder, como lo sueño a solas,/ a un mismo tiempo por doquier besarte..." escribía Salvador Díaz Mirón entre sorbito y sorbito de café. Eran las 11:25 de un jueves cualquiera del mes de agosto de 1913.

Esa mañana en el puerto de Veracruz, a pesar de una ligera brisa que no dejaba de soplar, hacía un calor endemoniado. "¡Otro café!", ordenó de pronto, al mesero de La Parroquia, sitio al que acostumbraba ir todas las mañanas a la misma hora. Don Salvador siempre solía sentarse en una mesita que se encontraba hasta al fondo del establecimiento; una de las pocas sin vista al mar. A pesar de que entonces el poeta veracruzano ya era un personaje muy reconocido, muy pocos parroquianos osaban acercarse a él para saludarlo. Unos le tenían pavor; otros aún no le perdonaban su pasado.

Hay que decir que Díaz Mirón era un poeta que así como podía escribir poemas tan conmovedores como Mamá, soy Paquito, también era capaz de una violencia incontenible. De ahí que no fuera raro escuchar a la gente murmurar cada vez que lo veían. "¿Ves a ese señor de barba que está hasta el fondo fumando un puro?", preguntó doña Elena Pardo a su hija Lolita. La niña de 12 años, que estaba disfrutando de su café con leche, dijo que sí con la cabeza. "Pues bien, ese hombre hirió a varias personas y mató a dos. Si te fijas, le falta el brazo izquierdo. Ese lo perdió en una balacera. Además, estuvo dos veces en la cárcel. Es muy peleonero. Tu papá no lo quiere porque apoyó al gobierno golpista de Victoriano Huerta".

A doña Elena, una niña bien de Jalapa, le encantaba tomar su café con leche en La Parroquia. Tenía muchos motivos para ser una de las parroquianas mas fieles siempre que visitaba el puerto: la concurrencia, los bizcochos, las maravillosas "picadas" y el sabor del café. "¡Es único!", decía a la vez que tomaba su taza (odiaba que se lo sirvieran en vaso) y elevaba el dedo meñique de su mano regordeta cuya muñeca mostraba varias cadenas de oro.

"El Gran Café de La Parroquia, sin duda, es uno de los espacios de reunión cultural del puerto de Veracruz más famosos y distinguidos del mundo. Creo que ya te conté que fue fundado en 1820, ¿verdad? ¿No se te antoja un pambazo? Hablando de pambazos, tu abuelo siempre me contaba de aquella manifestación en la que los antirreeleccionistas le lanzaron...

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