El Gran Dilema

AutorMtro. Agustín Ríos Aguilar
CargoEspecialista en Derecho Informático y Propiedad Intelectual
Páginas72-73

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Estoy convencido que los abogados vivimos de una sola cosa: la recomendación. Sin duda, el "apa-lancamiento de la murmuración" es indispensable para que un abogado, sea integrante de un despacho, o bien, preste servicios de manera independiente, pueda crecer desde el punto de vista cuantitativo en lo que a clientes se refiere. Si éste se encuentra satisfecho, recomendará y de eso se trata, de generar una cadena y círculo virtuoso, en tanto que no todos los abogados se valen de la publicidad pagada como en otras industrias -aunque eso esté cambiando gracias a las redes sociales y a internet, entre otros-.

Gracias precisamente a una persona que recomendó al despacho para una asesoría en materia de patentes, tuve una de las juntas de trabajo más espectaculares en mi carrera profesional. Sin duda, hay casos más complejos que otros, más interesantes que otros, más lucrativos que otros, pero cuando se combina la pasión de los clientes y su personalidad -que en este caso es encantadora, al igual que la persona que recomendó-, pues las "juntas" se vuelven un deleite y la discusión del asunto envolvente. El tiempo ni figuraba; sólo las ansias por -literalmente- ayudar y resolver. Dar resultados pues.

Específicamente se consultó lo siguiente: ¿cómo se puede hacer para que una solicitud de patente, no se "muera" a nivel internacional, dado que la institución para la que se trabaja no tiene recursos para invertir en solicitudes "mundiales" o con alcance internacional? Uy. Innegable estremecerse al ver la consternación de 2 investigadoras que no obstante el sacrificio y el esfuerzo que ya de por sí implica su profesión -con todos sus asegunes en nuestro país- inventaron un producto y sobre todo por tratar de patentarlo.

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Las personas en cuestión, necesitan invertir, alrededor de 50 mil dólares americanos para lograr que su solicitud de patente, pueda extenderse a otros países, valiéndose o no de lo dispuesto en el Tratado de Cooperación en materia de Patentes (pct), sin embargo, la institución educativa a la que pertenecen1 y que dio las facilidades para la invención, tiene un presupuesto que no permite aportar esos recursos. Sin embargo, no ajena a este deseo de que la potencial patente pueda reclamarse y otorgarse no sólo en México, sino en diversas naciones del mundo, ha dado un consentimiento verbal para que las investigadoras-inventoras salgan en busca de capital privado -sea personal o de terceros-, para que su invento siga...

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