Graco Ramírez Garrido/ Los intrépidos del 40

AutorGraco Ramírez Garrido

Soy hijo de un general liberal y una madre que consideraba que la cercanía con Dios era lo más conveniente. Estudié mi primaria en una escuela militarizada y finalmente mi madre gana la partida y en secundaria fui a una escuela de maristas. Cuando decidí por mí mismo, en medio de este debate familiar, presenté mi examen de admisión en la Escuela Nacional Preparatoria 6 de Coyoacán y de ahí a la Facultad de Derecho y de Filosofía y Letras de la UNAM. En la secundaria las clases de moral no se me hacían fáciles porque no concebía la aceptación pasiva del dogma, esa hora se compensaba con la de biología: en una ocasión el profesor nos encargó realizar una investigación acerca de la Ascaris lumbricoide, que no es otra cosa que la lombriz que la mayoría tenemos en los intestinos. La tarea la hice al alimón con Javier Moreno Valle, que se distinguía por no hacer casi nada de deportes y ser de pocos amigos. Javier no era de los populares, me caía bien por ser de los inteligentes.

Otro de mis amigos, con el cual competía siempre en declamación, era el flaco Adolfo Aguilar Zinser. Para sorpresa de todos gané el concurso con una poesía que renegaba del Cristo de mi cabecera, que jamás oyera los reclamos de mi corazón. El jurado integrado por maristas no daba crédito a que recitara esto en una escuela católica. Por cierto los tres seguimos siendo amigos, compartimos reflexiones acerca de la vida, el amor y el desamor, aunque lo que más nos apasiona es la economía y la política, algunas de las veces no coincidimos en las posturas políticas, disfruto mucho cuando me reúno con alguno de ellos. Creo que los tres tenemos en común que la vida convencional y cómoda nos aburre.

La amenaza elegante es Javier Moreno Valle, pulcramente vestido, impecable; siempre está pensando en algo audaz y novedoso. Cuando me platicó de un periódico especializado en temas financieros me pareció que no habría público suficiente para que esa empresa fructificara. Para los que no lo saben, Javier es el creador del diario El Financiero. No satisfecho en el 86 lanza CNI en línea, información financiera por internet, más adelante aparece digitalizada en una pantalla de televisión. En 1994 logra instalar una antena en el cerro del Chiquihuite, nacía de hecho una nueva televisora en la Ciudad de México. La leyenda de los que tienen "la sangre del 40" dice que Moreno Valle se trepó a la antena y desde el punto más alto posible lanzó las primeras ondas herzianas de la imagen de CNI...

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