Gonzalo Rojas y los ritmos del aire

AutorLa Redacción

Del mismo modo un poema de “La miseria del hombre”, su primer libro de l948, tiene para nosotros una nueva e inesperada resonancia como la tuvo para el Chile de l973:

“Todos caen y caen, y van perdiendo el bulto en su caída hasta que son la tierra milenaria y primorosa…

Aquí cae mi pueblo a esta olla podrida de la fosa común. Aquí es salitre el rostro de mi pueblo.”

Del Arauco indomable

Rojas había nacido en Lebu, capital del viejo Arauco indomable, en los últimos días de l9l7, es decir en l918, el año en que Vicente Huidobro publicó en Madrid el vasto poema Ecuatorial y la serie de textos en prosa titulada Poemas árticos. Así empezó la vanguardia en lengua española.

En 1938, a sus 20 años, formó parte por breve tiempo del Grupo Mandrágora integrado por Braulio Arenas, Teófilo Cid, Enrique Gómez Correa y Jorge Cáceres, que llevó el surrealismo a Chile. Fue también el momento de Tala de Gabriela Mistral. Los jóvenes de Mandrágora no supieron leer Tala y sin embargo la Mistral le dio a Rojas la honda materialidad de su poesía.

El joven poeta del sur abandonó sus estudios universitarios para irse al norte, al desierto de Atacama, en donde enseñó y recibió la lección de los mineros. En una edición muy pobre y pagada por el autor, salió en una imprenta de Valparaíso La miseria del hombre (l948). Fue recibido con una animosidad inconcebible ante el surgimiento de una nueva voz. El mayor cargo que se alzó contra él: su inmoralidad. El cuerpo del delito era sobre todo: “Perdí mi juventud”, en que el hablante, un muchacho de 20 años, entra en el burdel y halla en el salón el velorio de la prostituta adolescente a la que frecuentaba:

“Un coro de rameras te velaba de rodillas, oh hermosa llama de mi placer, y hasta diez velas honraban con su llanto el sacrificio, y allí donde bailaste desnuda para mí, todo era olor a muerte.”

De la poesía sin boom

En l960 Rojas organizó en la Universidad de Concepción un encuentro de escritores iberoamericanos que hoy se considera el origen del boom, pues dio a los autores de nuestros países, que eran jóvenes en ese instante, la oportunidad de tratarse y reconocerse, algo que no había ocurrido desde los tiempos del modernismo, cuando los poetas del continente pudieron relacionarse en París y en Madrid.

El auge de la narrativa fue paralelo al de la poesía. Por razones de mercadeo, la poesía no obtuvo la resonancia que hallaron los novelistas. Sin embargo, cuando en l964 Rojas publicó Contra la muerte su destino fue...

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